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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

»Sucedió en esto que, hallándose una vez, entre otras, sola Camila con su doncella, le dijo:

»—Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que con el tiempo comprara Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad. Temo que ha de desestimar mi presteza ó ligereza, sin que eche de ver la fuerza que él me hizo para no poder resistirle.

»—No te dé pena eso, señora mía, respondió Leonela; que no quita la monta, ni es causa para menguar la estimación, darse lo que se da presto, si en efecto lo que se da es bueno, y ello por sí digno de estimarse; y aun suele decirse que el que luego da, da dos veces.

»—También se suele decir, dijo Camila, que lo que cuesta poco se estima en menos.

»—No corre por ti esa razón, respondió Leonela, porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda; con éste corre, y con aquél va despacio; á unos entibia, y á otros abrasa; á unos hiere, y á otros mata; en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mesmo punto la acaba y concluye; por la mañana suele poner el cerco á una fortaleza, y á la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista: y siendo así, ¿de qué te espantas ó de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido á Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendiros la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo, para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase imperfecta la obra; porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión; de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los peligrosos. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora; que yo también soy de carne y de sangre moza: cuanto más, hermosa Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma, viendo