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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

tuvo ánimo para esperar si su sospecha salía falsa ó no; y aquella misma noche, cuando le pareció que Anselmo dormía, juntó las mejores joyas que tenía y algunos dineros, y sin ser de nadie sentida, salió de casa, y se fué á la de Lotario, á quien contó lo que pasaba, y le pidió que la pusiese en cobro, ó que se ausentasen los dos donde de Anselmo pudiesen estar seguros. La confusión en que Camila puso á Lotario fué tal, que no le sabía responder palabra, ni menos sabía resolverse en lo que haría. En fin, acordó de llevar á Camila á un monasterio, en quien era priora una su hermana. Consintió Camila en ello; y con la presteza que el caso pedía, la llevó Lotario y la dejó en el monasterio, y él asimismo se ausentó luego de la ciudad, sin dar parte á nadie de su ausencia.

»Cuando amaneció, sin echar de ver Anselmo que Camila faltaba de su lado, con el deseo que tenía de saber lo que Leonela quería decirle, se levantó y fué adonde la había dejado encerrada. Abrió y entró en el aposento, pero no halló en él á Leonela; sólo halló puestas unas sábanas añudadas á la ventana, indicio y señal que por allí se había descolgado é ido. Volvió luego muy triste á decírselo á Camila; y no hallándola en la cama ni en toda la casa, quedó asombrado. Preguntó á los criados de casa por ella; pero nadie le supo dar razón de lo que pedía. Tornó, confuso y atónito, á buscar á Camila, y vió sus cofres abiertos y que dellos faltaban las más de sus joyas; y con esto acabó de caer en la cuenta de su desgracia, y en que no era Leonela la causa de su desventura, y así como estaba, sin acabarse de vestir, triste y pensativo fué á dar cuenta de su desdicha á su amigo Lotario; mas cuando no le halló, y sus criados le dijeron que aquella noche había faltado de casa, y había llevado consigo todos los dineros que tenía, pensó perder el juicio; y para acabar de concluir con todo, volviéndose á su casa, no halló en ella ninguno de cuantos criados ni criadas tenía, sino la casa desierta y sola.

»No sabía qué pensar, qué decir ni qué hacer, y poco á poco se le iba volviendo el juicio. Contemplábase y mirábase en un instante sin

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