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Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/728

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

lo cual, quiero que veáis por vuestros ojos cómo se ha pasado aquí, y trasladado entre nosotros, la discordia del campo de Agramante. Mirad cómo allí se pelea por la espada, aquí por el jaez, acullá por el águila, acá por el yelmo; y todos peleamos, y todos no nos entendemos. Venga, pues, vuestra merced, señor oidor, y vuestra merced, señor cura, y el uno sirva de rey Agramante y el otro de rey Sobrino, y póngannos en paz; porque, por Dios todopoderoso, que es gran bellaquería que tanta gente principal como aquí estamos se mate por causas tan livianas.

Los cuadrilleros, que no entendían el frasis de don Quijote, y se veían malparados de don Fernando, Cardenio y sus camaradas, no querían sosegarse; el barbero sí, porque en la pendencia tenía deshechas las barbas y el albarda; Sancho, á la más mínima voz de su amo, obedeció, como buen criado; los cuatro criados de don Luis también se estuvieron quedos, viendo cuán poco les iba en no estarlo; sólo el ventero porfiaba que se habían de castigar las insolencias de aquel loco, que á cada paso le alborotaba la venta. Finalmente, el rumor se apaciguó por entonces; la albarda se quedó por jaez hasta el día del juicio, y la bacía por yelmo, y la venta por castillo en la imaginación de don Quijote.

Puestos, pues, ya en sosiego, y hechos amigos todos á persuasión del oidor y del cura, volvieron los criados de don Luis á porfiarle que al momento se viniese con ellos; y en tanto que él con ellos se avenía, el oidor comunicó con don Fernando, Cardenio y el cura qué debía hacer en aquel caso, contándoselo con las razones que don Luis le había dicho. En fin, fué acordado que don Fernando dijese á los criados de don Luis quién él era, y cómo era su gusto que don Luis se fuese con él al Andalucía, donde de su hermano el marqués sería hospedado como el valor de don Luis merecía; porque, de otra manera, se sabía de la intención de don Luis que no volvería por aquella vez á los ojos de su padre, si le hiciesen pedazos. Entendida, pues, de los cuatro la calidad de don Fernando y la intención de don Luis, determinaron entre ellos que los tres se volviesen á contar lo que pasaba á su padre,