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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

de quedar tan encantado como él, por lo que os toca de su humor y de su caballería! En mal punto os empreñastes de sus promesas, y en mal hora se os entró en los cascos la ínsula que tanto deseáis.

—Yo no estoy preñado de nadie, respondió Sancho, ni soy hombre que me dejaría empreñar del rey que fuese; y aunque pobre, soy cristiano viejo, y no debo nada á nadie; y si ínsula deseo, otros desean otras cosas peores; y cada uno es hijo de sus obras, y debajo de ser hombre puedo venir á ser papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más, pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte á quien dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero; que no es todo hacer barbas, y algo va de Pedro á Pedro. Dígolo porque todos nos conocemos, y á mí no se me ha de echar dado falso; y en esto del encanto de mi amo, Dios sabe la verdad; y quédese aquí, porque es peor meneallo.

No quiso responder el barbero á Sancho, porque no descubriese con sus simplicidades lo que él y el cura tanto procuraban encubrir; y por este mismo temor había el cura dicho al canónigo que caminase un poco delante; que él le diría el misterio del enjaulado, con otras cosas que le diesen gusto. Hízolo así el cánonigo, y adelantándose con sus criados y con él, estuvo atento a todo aquello que decirle quiso de la condición, vida, locura y costumbres de don Quijote, contándole el cura brevemente el principio y causa de su desvarío, y todo el progreso de sus sucesos, hasta haberle puesto en aquella jaula, y el designio que llevaban de llevarle á su tierra, para ver si por algún medio hallaban remedio á su locura. Admiráronse de nuevo los criados y el canónigo de oir la peregrina historia de don Quijote, y en acabándola de oir, dijo:

—Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república estos que llaman libros de caballerías; y aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el principio de todos los más que hay impresos, jamás me he podido acomodar á leer ninguno del principio al cabo; porque me parece que, cual más, cual menos, todos ellos son una misma cosa, y no tiene más éste que