Sobre el agua silenciosa, en el aire tranquilo, se oía perfectamente la letra de la canción:
"He aquí—dijo el hada al anciano—dos canastillas, una pesada y otra ligera: Elige.
"Para un pobre viejo como yo—dijo el anciano—la ligera será pesada aún." Y cogió la ligera.
"Como se lo había mandado el hada, no abrió la canastilla hasta que llegó á su casa. Estaba llena de trajes muy lindos.
"Su picara mujer le preguntó de dónde procedía aquello y cuando lo supo, pensó que también ella podía encontrarse con el hada.
"Se fué á la colina y, en efecto, vio aparecer al hada. "Me maltrataste—le dijo ésta—cuando estuve en tu casa bajo la forma de un gorrión.—Sin embargo, escoge entre estas dos canastillas."
"La mujer cogió la más pesada y volvió á su casa muy orgullosa; pero cuando abrió la canastilla, salieron de ella dos horribles monos encarnados que escaparon haciéndole gestos."
La cantadora enmudeció.
Desapareció la barca detrás de los lirios de agua y de los iris, en la pequeña bahía que rodeaba á la posada.
Boitoro, abandonando precipitadamente el pabellón, corrió al desembarcadero. Miodjin, le siguió á distancia y, ocultándose detrás de un árbol, vio que su compañero se acercaba á los recién llegados, saludándoles graciosamente.
—¡Ah!—exclamó el hermano de las jóvenes—