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EL MUSEO UNIVERSAL

moría su dinastía, para dar vida á otra dinastía estranjera: á la dinastía austriaca.

Felipe II al cabo vió salvada, continuada, despues de él, aquella misma dinastía, gracias á la juventud de su última esposa Ana de Austria, que le dió un nuevo heredero en el príncipe don Felipe.

Don Fernando no podia alentar una esperanza semejante: la reina Isabel habia cumplido ya los cuarenta años... estaba enferma...

Al soñar esto el rey se estremecia.

Pasaron por el alma del rey en su sueño y en un punto cuatro años.

Y parecióle que se encontraba en Medina del Campo el fatal martes 17 de noviembre de 1504

Y que veia entre sus brazos muerta á la que solo habia vividó para la virtud y para la grandeza.

A la incomparable, á la grande Isabel de Castilla, que habia amado á la par de sus hijos á su esposo, á la par de á su esposo á sus vasallos.

A la sin mancilla, á la mártir, á la santa.

Y con no sabemos qué horrible despecho, qué desesperación de comiento, escuchó la voz del duque de Alba don Fadrique de Toledo, su primo, gritar al pueblo congregado en la plaza:

« ¡Real real! ¡real Castilla! ¡Castilla! Castilla, por los muy altos y poderosos señores reyes, doña Juana y don Felipe!»

Castilla se le huia de entre las manos.

No era su rey, sino su gobernador.

Y esto gracias á la reina doña Isabel que le habia nombrado; gracias á la locura, á la nulidad de doña Juana, su hija, que hacian necesario un gobernante para el reino.

Quedábanle Aragon, Nápoles y Sicilia...

Pero á su muerte, doña Juana debía here lar los reinos patrimoniales, que pasarian á ser el patrimonio de la casa de Austria.

¡Y para dejar ese magnífico legado á una dinastía estranjera, él habia batallado durante treinta años, habia conquistado reinos, habia puesto el signo de la redencion en las torres de la Alhambra, y doña Isabel Juabia enviado á Cristóbal Colon á través de los mares, para encontrar un tesoro inagotable en las entrañas de un nuevo mundo.

¡Y el gran capitan habia conquistado á Nápoles! ¡y la pobre Castilla de Enrique IV se había enriquecido y hechose prepotente!

Y para esto había reprimidola nobleza; habia desmantelado sus castillos; habia promulgado las Ordenanzas reales; habia incorporado á la corona los maestrazgos de las órdenes militares; habia crea lo la Inquisicion, y la Santa Hermandad; habia dado fuerza al trono y unidad á España; habia promulgado leyes; hecho una revolucion completa y prepara lo un renacimiento necesario, dando con su cetro de hierro el golpe de gracia á la edad media!

Fernando el Católico no comprendia, no queria comprender, que no había trabajado por cuenta propia sino por cuenta de la Providencia; que no habia sembrado para su familia sino para sus reinos, ó por mejor decir, ernando el Católico no veia en sus pueblos, como debiera haberla visto, la familia que Dios le habia confiado, por cuyo engrandecimiento y prosperidad debia velar.

Veia solo que prepotente antes en Castilla, obedecido, respetado, temido por la nobleza y por el clero, el clero y la nobleza, tenian dificultad en reconocerle como gobernador del reino, á pasar del espreso mandato testamentario de la reina Isabel.

Cuando su sueño le recordaba aquellas córtes de Toro, en que, como por respeto á la reina doña Isabel, le concedía Castilla aquella autoridad transitoria, Fernando V abarcaba en una sombría mirada á aquellos procuradotuyeron las córtes de Toro, y volvia á sentir, como la sinde envestir por las fronteras castellanas con su ballestería aragonesa.

Pero en su sueño, como once años antes, su política le hizo retroceder ante este pensamiento: él no podia deshonrarse, ni sobre todo empeñarse en una guerra de resultado dudoso en que se esponia á perderlo todo, probando la suerte de las armas para revindicar su orgullo ofendido.


(Se continuará...)

ULTIMA ENFERMEDAD, MUERTE Y EXEQUIAS DEL REY DON JUAN II DE ARAGON, SEGUN LA MEMORIA ESCRITA POR EL ARCHIVERO MIGUEL CARRONELL Á RUEGO DEL SEÑOR REY DON FERNANDO EL CATÓLICO, EN EL AÑo 1479.


Don Juan II llamado el Grande, y el Hercules de Cataluña por la singular energía de su constitucion, que á los ochenta años le permitia aun entregarse á los incentivos del amor, al ardor de la montería y á las fatigas de la guerra, fue el mal aconsejado padre, que

(1) Literalmente histórico.

por contemporizaciones con su segunda esposa doña Juana Enriquez y con los hijos de este matrimonio, sostuvo una lucha injusta y cruel contra los del primero, el infortunado don Carlos, príncipe de Viana, y su hermana doña Blanca. Antipatías inconcebibles de parte de un padre, y ojerizas harto concebibles de una ambiciosa y astuta madrastra, originaron esas reyertas domésticas, que tratándose de príncipes refluyen en detrimento de sus Estados, conforme sucedió esta vez, pues á mas de sucumbir malogradamente los inocentes objetos de tan interesado odio, las provincias de Navarra, Aragon y Cataluña pagaron cara y acerbamente su demasiada fidelidad.

En efecto, si revolucion hay que honre á un pueblo, es la que en el Principado escitaron las vejaciones contra el infante, rey electo de Navarra y primogénito de Aragon, ejercidas por su propio padre don Juan, con notoria violacion de los derechos de justicia y de naturaleza. Los catalanes, no por interés propio, no por mira alguna de orgullo ó grangería, antes con grave menoscabo y quebrantos materiales, alzáronse como un solo hombre al ver amenazada la inocencia por la mas inicua opresion; y aquellos hombres leales, tan sin razon inculpados de rebeldes, mostraron cuan grabadas tenian en sus pechos las inspiraciones de la verdadera equidad, cuando no vacilaron en contrarestar una injusticia, á pesar de que nada les iba en ella, á pesar de que venia de su rey.

Doce años sostuvieron una lucha porfiadísima, primero para defender á la inocencia, y despues para vengarla, no vacilando hasta en imponerse señores estraños, antes que reconocer otra vez por soberano al que tan malas muestras habia dado de sí; y si al cabo, abandonados á sus propios recursos, acorrala los en su última trinchera hubieron de sucumbir, fue con to los los honores de la guerra, y mas como vencedores que como vencidos, pues, el rey, en su capitulacion de Pedralbes de 16 de octubre de 1472 pasó por todas las condiciones que el pueblo quiso imponerle; condiciones humillantes en cierto mo lo, que sin embargo cumplió el monarca, dan lo con ello una loable prueba de moderacion, quizá impulsado de secreto remordimiento, y no pudiendo menos de respetar la noble é intrépida arrogancia de sus generosos vasallos.

Si lo eran ó no, dígalo la con lucta que observaron despues de su rendicion. Al dia siguiente, el rey hace su entrada solemne en la ciudad, y es tal el obsequio y buena acogida que recibe, que él mismo se almira, y no pue le menos de manifestarlo asi á los suyos [1] Desde entonces an lluvo siempre por las calles con la mayor llaneza, acompaña lo solo de cuatro esculeros, y parándose á platicar con las gentes del pueblo á la vuelta de cada esquina (4).(4) Carbonell, Croniques de Spanna.

Pues bien: este rey, objeto poco antes de una animalversion tan fundada y universal, causador por su inconsideracion de tantas víctimas, de la destruccion de tantos pueblos, y á poco mas de la completa ruina de la ciudad de los Condes, viene tranquilamente á retirarse á ella, y descansan lo sin posible recelo en la hidalguía barcelonesa, pocos años despues muere en los brazos de sus vasallos, cobijado por su amor, venerado por su respeto, asistido por su celo, y llorado por su lealtad.

Tal es el suceso que en ingenuas frases nos rasguea el cronista archivero de la Corona de Aragon, coetáneo de los sucesos y que figuró personalmente en ellos, cuyo relato diligentemente conserva lo en el propio archivo entre otros MS. del autor [2], es el que trascribimos á continuacion, notable no solo por contener la noticia de un hecho histórico poco conocido, cuanto por los curiosos pormenores que encierra tocante á lugares, personas, cosas y costumbres, particularmente acerca la estraña y original ritualidad observada en las funerarias de los reyes. Es una flor sencilla con todo el sabor de la crónica y toda la rigidez de unos anales, la impresion de los sucesos, de una pluma mimo ya de sí, y que ademas obedecia á la inspiracion de su rey y señor. Creemos que los aficionados nos agradecerán la reproduccion de este monumento.

Contaba el rey ochenta y tres años de edad [3] Deseando apartarse algun tiempo de los negocios hasta las próximas fiestas de Navidad, el jueves 10 de diciembre de 1478 determinó salir á caza hácia los castillos de Citjes, Vilanova de Cabellos y de la Jultrun [4] oida misa por la mañana, despues de comer, y habiendio sesteado segun solia, senta lo en una silla, en su alojamiento del palacio episcopal de Barcelona, hácia la una de la tarde salió para S. Boy de Llobregat [5],

donde pernoctó aquel dia. Madrugó el siguiente á las cinco de la mañana insiguiendo su costumbre, pues á mas de levantarse á esta hora, era su vida ordinaria comer á las ocho ó á las nueve, cenará las seis y acostarse á las diez.

Oida misa, una hora despues salió con sus monteros y halconeros cazando desde el Prat hasta Gavá [6] y fue á recogerse en Castell de Fels.

El sábado, corriendo asimismo el monte, fue por Garrafá comer en Citjes; pero la fatiga del camino y su demasiado ejercicio, le ocasionaron un ataque de gota, con calentura, reteniéndole en cama todo el todo el domingo.

Algo mejorado el lunes, el martes, á pesar de ser un dia ventoso y frio, quiso trasladarse áVilanova, desde donde, en la tarde del 15, salió á correr una liebre en el castillo de Cubelles [7]

El miércoles salió tambien en medio de un tiem crudísimo, para irá comer en el castillo de Calafall. En su término le tenían concertado un jabalí [8] que mató con gran algazara por su propia mano; mas luego, sintiéndose algo desazonado, con resfrio y dolor de muelas, se retiró a Vilanova, cenó mal y durmió peor.

El dia siguiente, jueves, no bien repuesto aun, sin embargo de estar el dia lluvioso, con viento y frio, esforzóse á salir, á la noticia de que le tenían acorralado otro gran jabalí en el bosque de Canyelles ([9], y vistiéndose apresuradamente, mientras le ensillaban la mula, oyó misa. Tomó despues el camino del bosque, con intencion de ir á comer en el castillo que pertenecia á Mossen Francisco Terré, caballero de Tarragona; pero al llegar tuvo que apearse, habiéndole hecho detener sus monteros porque la fiera se habia desviado. Entonces S. M. cediendo al rigor de la intemperie, cayó lentarle, teniéndole muy envuelto en paños; y en cuanto su esta lo lo permitió, retrajéronse al inmediato castillo, donle arrimado á una buena lumbre, pasó mas de un cuarto de hora probando en vano á reanimarse. Visto esto, tomó un bocado y se acostó, siguiendo con la propia desazon. Era empero su complexion tan recia, que al poco rato volvió á levantarse, y bien cubierto y arropado [10], cabalgó para Villafranca del Panadés, sobre las dos de la tarde, y fué á posar en la casa de Terré. Allí estuvo tambien sentado en una silla, junto á la chimenea del salon, y como el dia siguiente fuese Nuestra Señora de la Esperanza, no quiso cenar, toman lo solo un men rugo de pan, y con el propio frio, y ademas molestado de la gota, se fué á recoger.

Durante la noche púsose malo, con diarrea y dolor de quijadas. Entonces man laron luego por su médico Gabriel Miró y por un buen cirujano de Barcelona, los cuales, llegados con premura, examinaron el estado de su boca, y observando el cirujano que tenia una astilla en el hueso de la quijada, pasó á operarle con unas pinzas de barbero; y dicen algunos que arrancó la astilla dejan lo la muela, el caso es que S. M. fue empeoran lo mas siguiendo de gravedad el viernes, sábado y domingo.

Algo mejor el lunes 21, quiso oir misa por ser dia de Santo Tomás, y habien lo emprendido la marcha para la villa de San Sadurní [11], propia del noble Mossen Jorge de Heredia, pasó en casa del mismo, aquel dia con su noche.

El martes se vino á Martorell, y el miércoles llegando á comer en San Andrés de la Barca [12] despues de hacerse la barba pasó á pernoctar en la capital.

Siendo muy buen cristiano y devoto de Nuestra Señora, dispúsose á celebrar dignamente la fiesta de Navidad, y dió un paseo á caballo por las calles de la capital, víspera de la fiesta, sin querer acostarse, mandó juntar capellanes y sochantres en la sala mayor del palacio episcopal, y á las diez de la noche empezaron á entonar los maitines con algunos motetes y coplas alegres, adecua las á las circunstancias [13], siguiendo en esta ocupacion hasta la madrugada, en cuya hora oyó allí mismo las tres misas propias del dia, y despues de oidas, comió [14]. Al dar las nueve dirigióse ácaballo hácia la iglesia, donde se aguardaba su llegada para empezar los divinos oficios; observóse, empero, en esta ocasion que su rostro, regularmente colorado, estaba pálido y descompuesto.

Este era el preludio de su última enfermedad, que empezó al anochecer del martes 5 de enero de 1479 con lianteria ó cólico, ataque de reuma y tos; y alarmado


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  1. Pi, Barcelona ant. y moderna, t. 2o. pag. 601.
  2. En breve saldrá a luz en la curiosa coleccion de documentos inéditos del real archivo de la Corona de Aragon, que de órden del obierno está publicando su ilustrado archivero actual don Manuel de Ofarull.
  3. Zurita le da ochenta y dos.
  4. Son poblaciones situadas en la costa al S. O. de Barcelona, á seis ó siete leguas, la primera llamada aun Sitjes, y las segundas Cuhelles y Villanueva y la Geltrú. Los castillos de Cubellas y la Geltrú existian ya mucho antes del siglo X. Cerca de Villanueva existió una gran poblacion romana.
  5. San Bautilio del Llobregat á una dos tercios leguas O.S.O. de Barcelona, en el camino de Sitjes.
  6. Prat á una y media leguas S. O. de Barcelona junto á la desembocadura del Llobregat; Gavá una legua mas allá, v Castell de Felsá igual distancia del segundo, á tres cuartos de las costas de Carraf, todas poblaciones costaneras, y que por el órden que se citan prueban que el rey avanzaba y retrocedia a medida que iba batiendo el monte, muy silvestre y frondoso por aquel lado.
  7. Ya hemos dicho que existia este castillo en las inmediaciones de Villanueva: el pueblo de Santa Cruz de Calafell, a que seguramente dió mombre el otro castillo que se cita dista, nueve un cuarto leguas de la capital.
  8. Porch salvatge.
  9. Cañellas, villa á ocho un tercio leguas de Barcelona y á una un tercio de Villafranca.
  10. Eutocat, dice el MS.
  11. A dos leguas de Villafranca y una y dos tercios 0. de Barceloma, en el camino de Martorell.
  12. Por este punto se cruzaba entonces el río Llobregat, dejando á un lado las Rocas de Droch, por donde sigue ahora la carretera,
  13. Cansons honestes eportants alegría de tal naturitat del F-11de Deu.
  14. Diná.