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MADRID. 28 DE FEBRERO DE 1857.

NüM. 4.

SUPERSTICIONES POPULARES.


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iscurrir sobre la materia de que trata este epigrafe, es casi engolfarse en un asunto interminable. ¿Cuál es el origen de las supersticiones populares? Seria preciso irlas examinando una por una, y trazar su marcha, remontándonos de siglo en siglo; porque cada una tiene un sello particular que la distingue segun la indole, los hábitos, el clima de las naciones que las han adoptado. Las supersticiosas tradiciones de los pueblos meridionales participan de la brillantez de la imaginacion de esos pueblos; mientras en las del Norte se observa la energia salvaje, la grandeza sublime, la melancólica nebulosidad de las regiones septentrionales.

Sin embargo, ya se encuentren estas creencias supersticiosas en el Norte, ya en el Sur, ya en el antiguo, ya en el nuevo continente, se observan en todas ellas rasgos y caracteres que indican una procedencia comun, el Oriente, cuna del género humano. Su origen es casi contemporáneo del de la especie humana; ellas acompañaron al primer desbordamiento de las naciones por los puntos desiertos de la tierra; se dividieron, como se dividió la humanidad, y á donde quiera que el hombre di rigió sus pasos, alli le siguieron adoptando la forma, el carácter, el distintivo de las diversas razas.

No hay que burlarse de las preocupaciones de nuestros padres; respetemos sus errores, aunque los reconozcamos; nosotros tenemos los nuestros, que otros siglos indicarán: fuera de que esas creencias tienen todas un fondo de verdad; son en mi concepto una verdad primitiva, oscurecida y envuelta, digámoslo asi, por las fábulas de que la ha revestido la imaginacion, fábulas que trasmitidas de siglo en siglo en la larga serie de las edades del mundo, se han enlazado con ella hasta el punto de ser casi imposible purificarla. Muchas de esas tradiciones son evidentemente bellas, y todo lo que es bello no puede menos de ser una verdad" para nuestra alma, si no es realmente un hecho para nuestros sentidos.

La creencia en las relaciones directas del hombre con seres superiores á su naturaleza es una de las que hallamos universalmente estendidas. Arxuna en la India sube al cielo de Indra; la imaginacion de los griegos pobló toda la tierra, el aire y las aguas de seres sobrenaturales; las fuentes tenian sus ninfas, los bosques sus driadas y hamadriadas; el mar sus tritones y nereidas; los romanos no concebian afecto, ni pasion, ni aun acto que no tuviera por abogado, protector ó iniciador un ser mas elevado que los hombres y dotado de propiedades inmortales; y llegó su furor de deificarlo todo, hasta el punto de poner bajo la advocacion de los dioses las acciones mas impuras é indecentes; en la edad media el Norte nos ofrece sus gnomos que habitan las entrañas de la tierra; sus wilis que cuidan de los bosques y sus ondinas que pueblan las orillas de los lagos. Las walkirias son doncellas hermosas que cuidan de los guerreros muertos en los combates, y les sirven la comida en el cielo de Odin.

En el Oriente encontramos las huries del paraiso de Mahoma, al ángel Gabriel dictando al profeta el Coran, y á los genios apareciéndose á cada momento como mensajeros de la Divinidad á los creyentes. En nuestros climas y en tiempos mas modernos, hallamos los duendes, trasgos, espiritus foletos y los diablillos familiares; seres benéficos ó maléficos, segun la imaginacion de los que los han descrito. Y escritores muy graves y muy sesudos, y doctores muy versados en materias de filosofia escolástica, nos han pintado con gran minuciosidad y abundante copia de datos las costumbres, naturaleza, indole y carácter de esos seres, que aun sin despojarlos de sus atavios actuales, encontramos tambien en épocas remotas. Sócrates tenia, segun dijo varias veces, un diablo familiar , que le aconsejaba lo que debia hacer y con quién hablaba con frecuencia. En ocasiones, en medio de una conversacion con sus amigos, en el paseo, en marcha, se detenia, se quedaba como absorto, no oia lo que pasaba á su alrededor; estaba oyendo á su diablo familiar. Numa Pompilio no tomaba -ninguna disposición para su gobierno sin contar con la ninfa Egeria que le daba los mejores consejos del mundo; Sertorio tenia una cierva que le hablaba al oido y le revelaba las órdenes de los dioses; Cornelio Agripa nos daba hace cuatro siglos instrucciones detalladas sobre el arte de evocar los espiritus y hasta las palabras de la evocacion; posteriormente Swedenborg asistia diariamente á una tertulia de seres sobrenaturales; no hay hombre grande de quien no se haya dicho que tenia á su servicio y devoción algun demonio familiar, y en nuestros dias las verdarderas ó supuestas alucinaciones de un personaje, se han querido hacer pasar por revelaciones de una hada bienhechora.

Hallamos tambien universalmente estendida la creencia en dones sobrenaturales concedidos al hom bre Los magos del Oriente son y serán siempre famosos por sus prodigios; en Grecia se conocen desde los tiempos mas antiguos las pitonisas que en el recinto de los templos inspiradas del respectivo númen, dictaban los oráculos v anunciaban su suerte á los pueblos ó particulares que las consultaban; las sibilas se presentaron en Roma y hasta escribieron libros, donde estaban los destinos de la ciudad eterna; las sagas en la misma ciudad se ocupaban en hacer sortilegios, rehacer doncellas, procurar envenenamientos, abortos ó enfermedades, componer filtros amorosos, para lo cual se valian de yerbas cogidas á la claridad de la luna en medio de palabras misteriosas conque evocaban los espiritus, de sangre de niños sacrificados en determinadas horas, dientes de cadáveres v otros objetos terrorificos.

Y véanse aqui descritas nuestras brujas y hechiceras Tambien ellas buscaban los dientes de los ajusticiados para componer sus amuletos y sazonar sus brevaces y tambien se ocupaban en los mismos oficios que las sagas romanas Solo que las brujas tenian sus conciliábulos y estaban unidas por pacto espreso al demonio, el cual las congregaba en distintas ocasiones, no solo para que celebrasen á su vista sus juegos y danzas, y para tener con ellas un rato de solaz que le distrajese de sus graves tareas, si no tambien para comunicarles sus instrucciones sobre el modo de dañar á los hombres. Ademas del Tan demonio, tenian las brujas cada una su diablillo familiar en figura de sapo, que conservaban cuidadosamente guardado en una bolsita hecha al efecto. Este las avisaba su obligacion, las servia en los encantamientos y las conducia por el aire, ya haciéndolas subir en el palo