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EL MÜ5E0 UNIVERSAL

iiiuyon';; ÍII|JL'1IÍ»S tuo. lum iinuliiriiio los siglos [iara rl del genio íiace vibrar las ocultas cuerdas (pie consonan fisonomía complelamente suya y da lugar tanto á delicadas pinturas para el poeta, como á interesanh-s observatlifieiliH-todniniiiücü. lisie ilicláni(MieK,ámieslroliumil(Íe con sus naturales seidimientos. Mas, ¿qué hace dtm Pedro Calderón para espresar ciones para el |)ulil¡c¡sla y el lili'isofo. [tarcccr, juslísimo , poriiuc piíra juzgar il Calderón , no Estudiaremos |irímcro de las jiroviiicias lo iiarticular, ihíbc presenil I irse <le lascircuiislancias cu (|uc pscrihió.» los pesares del alma cuando en ella rebosa el dolor y la En una corle caballeresca y voluptuosa, en una época amargura? ¿que hace? Sustituir en lugar de liis palaiiras lo variable, mas larde lo general, las leyes de su vida. No se sorprenda el lector si empezamos por artículos de mal fiusto, rorleado por todas parles lie apudos coii- que debiaii manifestar aquellos sentiinienlos, unas cuanccptislas , debió rorzosanieiUe emliolarsi-. on nuestro ¡n- tas interjecciones que ninguna fuerza dan al razonamien- humildes. Hoy por hoy vamos á ceñirnos á hablar de. ai^;ni; poeta aquel sentimiento (le la verdadera helleza to, que despojado de ellas no conserva vestigio alguno (jue tanto resplandece en los escritos de Garcilaso y que nos revele la pasión de que está agitado el ([ue habla. la, CAM.UO (iUirUZCOANO. l'r. Luis de León. Pero ¿fue poco enaoñorearse lic la Vaya un ejemplo tomado de El (¡nlan faninsma : escena sin conocer rivales (jue pudiesen ilisputarle el La provincia de Cuipiizcoa es una de las mas montaAstdlfo araba de caer en un jardín, herido de uTia estotitulo (le príncipe lie nuestros dramáticos? ¿fue-poro cada; su amaine, (|iii' ha |iresencíado la riña v que jiur ñosas de Es[iaña. Sus canil nos se pierdi'iicasi todos entre crear ese mundo fantástico liourle vemos á los santos, muerto le juzga, responde al padre del herido, que "iiira las quebradas v las gargantas de suscordillcras. Los [plU'Á los raballenis , ú las damas , á los liéroi's y liasla á los al ruido preguntando ipié es aquello , deesta Tuaiirra : blos.áescepcinji de los ipie ai unían las coslasdellleéaiio, mismos liioses del ¡inyanismo, moverse á voluntad del están situados ya en la loma i'i las vertientes de sus cerTu iiijo Astolfo (¡muerta estoy !) poeta, embellecidos todos, como lo están las liguras de ros, ya en valles estrechos cercados |ior todas parles de Fs (¡ qu(í pena lan tirana !) un cosmorama al verlas al través de los crislalcsV El montes cubiertos de verdor, 'rieiieii geiieíalmente sus El (|ue( ¡ rigurosa estrella 1) enredo de sus comeiiias prueba los inmensos recursos villas ]ii.icai'i ningiuia ralh', mucho caserioespan'ido ó en Sobre (¡ el aliento me falta !) de su privilegiada imaginación. No puede el espectador las faldas ile sus inontaMas . ó en prufundas barrancadas, Estas llores (¡que rigor !) adivinar á donde le conduce el poeta; los hilos de su i'ien las mismas cumbres. Villas hay, y no [locas, rpie Caducas ya (¡ que desgracia !) trama dramática son lan sutiles, que admirando lo p r i ciieiilan reunidas diezi'i doce casas y en su término diisHizo (i terrible desdicha !) moroso de la lela, no es posible averiguar el lérmino de cieiitos ó tresrieiitos caseríos, instan asi todas sus pinQue con su púrpura v nácar ella. El ingenio, la discreción y la donosura brotan á Itireseas alturas tan |iobtaiias , qne cuando cree elviaSe convif-rtari en rubíes raudales, acompañailos de la armoina de sus versos. jero hallarse mas sumergido en la soii'dad y en el silenLas que fueron esmeraldas. Armado con el terrible puñal de la Irageilia hace que cio, no es raro que oiga tras sí la alegre, algazara de se ericen los cabellos del atónito espectador, y que cruniños fjiie están jiigainlo á la sombra de los castaños ó Ahora, (piiteiise iic eslc períiwlo las esclamacinnes voces (pie II'revelen la existencia de toda una familia. jan sus huesos cual si se hallase tendido en el lecho del tormento; habla el lenguaje de la generosidad y del postizas que hacen las veces del sentimiento que TÍO Vuelve la cabeza , y tarda tal vez en distinguir asomanilo entusiasmo, y no hay i^ieclio que no lata tomamlo parte hay, y aparecerá, como es en realidail, lo mas frío é en la cn-sta de verde altozano un caserío á quedan en la suerte del desgraciado, y ayudaniloen su ilusión con inoportuno (¡ue imaginarse puedesombra algunos árboles. Este defecto capitid de las obras de don Pedro Caldesus deseos á su libertador; hace sonar el cascabel de la rón, tiene también su diseul|ia en el mal gusto de su ICslas moradas campestres y sns babilanles, llamados locura , y vénse las convulsiones de la risa en todos los semblantes que poco antes contraía el terror ó ililataha tiemiio; no porque en las épocas de decadencia y de aquí cnsi-rns v [mr a|iodo tafios ]H'esenlan una íisouomía el entusiasmo. ¿Era un dios ó era un hombre el ¡pie lan mal gnslo varié ej lenguaje de las pasiones profundas, particular digna de ser descrita. Perinitasenos qne nos fuertes y lan opuestos efectos ¡iroducia á su voluntad sino porque el poeta cpie pinta a([uellas pasifines no pue- consagremos hoy á esta tarea. llállanse genei'almenle los caseríos al pié de una vereda en la escena? Honrado por su rey, agasajado por la de menos de desügurarlas : en una palalira, el mal inllugrandeza, aclamado ¡uir todo un pueblo que llevaba su jnque aquellas épocas ejercen en las obras de imüacioii, que blan(|uea entre márgenes cubiertas (le grama cuando admiración hasta los términos de la ¡dolalría ¿pudo no consiste en que- hi naturaleza se aparte de la verdad, no de argomas y de beleclms, Suelen ser mas anchos (jue pensar don Pedro Calderón en tomar otra senila, de- sino en ([ue las obras de imitación se apartan de la na- profundits : estViii construidos de [liedras desiguales ñ jando aquella (¡ue á lan elevado puesto le bahia condu- turaleza. No se iníiere de lo ilicbo cpu- dmi Pedro Calde- medio labrar, cuyos interstieíos llena la argamasa. Hebocido? No está en manos de inngun escritor librarse rón no iiiter|iretas(í á veces con la mayío' verdad y be- c a d o s ó n o , presentan siempre un aspi'clo mucho mas enteramente del inllujo de su siglo; y esln, que gene- lleza los mas hondos sentimientos del corazón humano. alegre y nieiios |tobre que lascasas decampo de Aragón y ralmente bablamlo es cierto, esio mucho mas tratán- En efecto , gran [loela hie el que liizo decir á un marido ('astilla ,ilíí paredes de cascajo y tapia. Tienen miicbos cilla entrada un soportal con dos ó tres arcos donde no es dose de un aulor dramático, cuyas obras han de ser zcloso: raro ver ya uncida ya ilesniícida una carreta baja , estrejuzgadas inmediatamente por la nudiitud. ¿Debió Cal¡Que á otro mi biinor se sujete; cha y larga con |iequeñas ruedas cegadas y algún tanlo derón escribir sus dramas ¡lara que se re|iresenlasen Y sea (; injusta lev traidora!) convexas, no poco parecidas á los escudos antiguos. Sidire dentro de cien años? Pues si no deiiió escribirlos, claro I.a afrenta lie quien la llora esta galería carga algunas veces, aiiiKpic pocas , otra: está que escribió como debió oscribir en id siglo en que Y no de quien la comete ! comunmentf' un piso superior con ventanas i'i balcones, escribió. Estas razones pmlo haberlas tenido presentas don Nicolás Fernandez de Moralin aides ile haber critiCran poeta fun , repito, el iw. de un modo lan pro- cuyos antepechos di.' madera están rústicamente trabajacado con tanta dureza á don Pedro Calderón , diciendo, fundo dejidia ver el corazón ile un hombre lacerado con dos. Soportales hay sostenidos simplemente por estacas; después de afirmar, que en vez de retratar á la natu- los agravios de una esposa , y abrumado con el enorme pisos supi-riores abiertos en uno di> sus frentes y defendidos del aire solo por viejas y carconiidas tablas. La raleza la deslipiu'a; i< El principio de su comedia La peso de! deshonor que no merecía. vida es sueüo ío acreílila. Yo quisiera saber si una m u Otro de los defectos qne le imputan á don Pedro Cal- hiedra y la enredadera trepan en niuelins á lo altínle la jer que cae despeñada por un monte con un caballo , en derón es que se repile con frecuencia, y ípie también fachada, sobre la (pie se eslienden aleros, por |iunlo vez de quejarse donde le duele y pedir favor, le dice con ella se vale ile ciertos resortes dramáticos para el general muy anchos. No es raro ver las tejas sin argamatodas aíiuellas impropias pedanleVías , que las entiende enredo de sns comedias. Sobre este punto solo diremos sa sujetas solo por franjas de [liedras ; id es yaque conel auditorio como el caballo. Si algún apasionado suyo rjue tpiien baya escrito como él ciento y veiine , sin in- duzcan á la i'titrada caminos ahiertoshajo techos c u cayese por las orejas, llámele hipógrifo vioienlo, y currir en aquel defeiMo, tendrá dereclio para afirmar biertos de fnttaje y llores, l'ji loj'itiMle cadaraserio eslá su huerta, (-ercada á menudo de árboles fruíales; á no mucha verá como se alivia. » Mordacidad y gracia, aunque ([ue ]iuede evitarse. distancia siicaslañar y sus maizales . ]H'(nieños cuadros ruda, hay en este lugar do Moratin, pero no justicia Táchanle también algunos de culto y ampuloso. Es ni desapasionada crítica. El mérito de don Pedro Cal- verdad que algunas veces es oscuro, pero muclias lo es abiertos en las faldas de los cerros; allá al volver de una derón no se ha de pesar por este ó aquel lugar ile sns mas por efecto de su superior ingenio qne |ior afecta- encrucijada , ó en m, repecho del monte , ó en el fondo obras , sino por el todo de ellas. La comedia de que se ción. No es como ílóngora, qne es oscuro porque des- de una lorreiiti'ra, sn fuente de aguas crislalinas, sobre trata, es precisamente una (le aquellas que menos pue- troza el lenguaje y trastorna las ¡deas. La oscnririad de cuyo pequeño mar, que sirve de aljibe, se (hbujan lOR den sujetarse á las reglas de una crítica ordinaria. Pro- don Pedro Caldero'n, es debida á lo elevado de sus con- movibles ramajes de las hayas y de los robles. ducto (le una imaginación qu(! se ha lanzado fum-a de cejitos; y sus diálo;íos, que no siempre se entienden ¿Atravesareniiis el iiniliViil V describiremos la dispoeste mundo vlsílile, apenas [lUfíde leerse sin parlicipar con facilidad , son muchisimas veces perfectísimos mode la misma duda que asalta á su protagonista: ¿estoy delos de cortesanía y discreción... Peco diremos acerca sición inlenur de tan bumildes casas? En lo interior do soñaniio ó despierto? Por lo ¡pie hace á don ¡Nicolás de sus voluntarios errores cronológiciis y geográficos; los caseríos de Citipuzcoa lo venladeramente notable son Fernandez de Moratin no hay duda que muy despierto pues con decir (pie son voluntarios y qne enalquiera sus liuéspi'des. Kornian geíieralmente lodos parte de la familia ; los labradores á jornal son aquí escasos. Ocurre estaba cuando esta critica hizo; pero el que sabe que puede corregirlos y enmendarlos , está dicho Indo. con b'ccnencia que bis laliores del canqHi exijan mas está despierto debe mirar y criticar con indulgencia al Concluyamos : d'on Pí'dro Calderón ríe la Barca es uno brazos (pie los del marido, la mujer, los padres y los de aquellos escritores por cuyo poderoso influjo vivirá la hijos; masen casos tales SÍ> ayudan reciproramenle los qne discurre colocado en esa línea irnperce]ilihle que lengua española, aun cuando (¡ninica suceda!) deje i!e habitanles di' los caseríos próxiinos. Tíentí en vascuence señala el límite qne separa el mimdoile las realidarí " ' ides existir España. Pori|ue si las naciones pueden desaiia- esta clase de ti'abajo en común el nombre de ntizolnn ipie recer, no así las obras del genio, cnva duración se ('([uivaleá obra de vecinos, y constituye una costumbre leí mundo de las ilusiones, No es esto decir que don Pedro Calderón pueda consi- mide desde el descubrimiento de la im'|ireula, por la que, sobre consi-rvar cierto sabor de patriarcalismo, cierra el pasoá odios enconados y profundos. derarse como un aulor perfecto, al cual deban recurrir ibiracion de la especie humana. loa (pie sinliendn en su corazón la divina llama del entuFs generalmente el casero gnipiizcoano alto de. cuerpo, siasmo dramático quieran adoptar un modelo para ensaZACAHÍAS ACOSTA V LOZANO. de rostro enjuto . nariz larga y afilada, los ojos vivos, el yarse CLi sns primeras tentativas. Defectos parciales mentón ancho, las facciones todas muy pronunciadas, tienen sus obras, y estos no las deslucen. El mal está el color moreno, el porte ágil y digiio. La rasera, de i;n un (lefecto trascendeiilal, (¡ue debe evitarse cuidadoestatura mas bien alta que baja, semídanlc. agraciado, samente , porque perjudica, no á la parte, sino altodo, COSTIMIÍHES VASCAS. colores encendidos sobre m foi'ido un si es no es oscuro, desluciendo los mayores aciertos del poela. al ii'vés de loque sucede en las mujeres valencianas. Es Este defecto e s , en nuestra humilde opinión , la falla Nos proponemos pintar en una serie d<! artículos las de mascarnesípH-el hombre, ]iero nunca obesa; de. nariz, de verdad que se ñola en la espresioii de los sentimien- costumbres vascas. El que espen; hallar eii ellos solo menos afilada , de pié grande , de hermosacabcUera. tos mas profundos del corazón humano. ¡ Qne inmenso retratos cómicos, conténtese con leer su epígi-afe. No Corto y res[ieliioso el casero cuando niño, saluda a! partidit habría podido sacar nuestro gran poeta s i , apro- somos amigos de buscar el lado ridículo délos hecliosde forastero con la mano en la boina, la mirada baja, et vechando las innumerables situaciones altamente dra- los hombres. labio trémulo. Mancebo ya. le mira con cierta indifemáticas que brillaban do su fecunda imaginación, huDescribiremos las costumbi'esromnson en sí ó como biese sintetizado los grandes sentimientos pintándolos aceitemos á verlas; que. sí no i's fácil determinar el c,¡irác- rencia; hombre, le revela al jiaso cortedad y org;i!lo; con el lenguaje sencillo aunque vehemente y profundo terde un individuo, lo es aun menos di'cidirel de toda viejo, le abrecallií y h'habla con afabilidad como deseoso de la verdad! Pero aquellas situaciones se desaprove- una clase ó todo un puebln. La imaginación los bosqueja de servirle y oírle. "Ni viejo ni joven, le niega jamás un asiento en su hogar, ni le responde, con ilesprecio, ni le chan casi siempre ; y pudiera decirse á don Pedro Calderón jo que aquel ca]i¡lan cartaginés dijo á su general: pronto : no lan pronto la atenta obs(!rvaciun de un orden engañasi le pregunta este, perdido <'n sus enmarañados montes, cuál es su camino. Viejo.se adelanta á los m i s 'isabeis vencer, Annihal, pero no sabéis aprovecharos de dadodií fenómenos. El pueblo vasco es digno bajo lodos conceptos de un mos deseos del viajero. Conoce (pie va desviado Y se lo la victoria.» 'K no ser por aipiel defecto, las obras de nuestro poeta no serian de esta nación ó de aquella, sino detenido estudio. Regido por instituciones (bslintas de advierte, y lo enseña la vereda qne le debe conilncir al de todas las naciones; no serian de aquel siglo ó del otro, lasdemásdeFspaña.con una historia hasta cierto punto lérmino did viaje, sino de lodos los siglos: porque siempre y en todas par- especial, con una lengua que no tiene alinidad con otra Fs entre los de 5U clase franco, jovial, alegre ; para es late el corazón humano, cuando ia poderosa mano alguna de Europa, rica en giros y modos para espresar con la autoridad , obediente y dócil; para con el saceraun los mas fugitivos accidentes dé la idea, presenta una i dote, luimiliie y hasla sumiso. La orden ilel alcalde es