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Una proposicion que lo sintetiza todo: ninguna estadística del mundo ha señalado jamás un naturalista criminal. En cambio, muchos han sido víctimas de su amor á la verdad, y otros, como Vogt, han estado á punto de serlo, sintiendo silvar la bala en sus oídos en momentos en que, desde la cátedra, procuraban enseñarla.

No tocaremos más estas cuestiones. La utilidad de este género de estudios es ya un hecho en los espíritus, y si nosotros contribuimos hoy con nuestro contingente, es porque creémos cumplir un deber de patriotismo.

Antes de terminar, permítasenos una observacion.

Ha llegado a nuestros oídos que el simple anuncio de la próxima aparicion de este periódico ha hecho correr la voz, no queremos saber entre quienes, de que iba á revestir un caracter antireligioso. Como lo hemos sabido por diversas personas, nos anticipamos á preguntar: ¿es antireligioso el estudio de la Naturaleza? Hemos dicho que moraliza. ¿Es antireligioso averiguar como anida tal ave, como canta tal otra, como se transforma esta mariposa, cómo crece aquella planta, qué elementos naturales contiene una provincia, un territorio cualquiera, cómo se cazan los insectos, como se conservan, qué son los Muséos, para qué sirven, como debe enseñarse la Historia Natural &, &, &,? Si ello es así, tienen razon los que tal opinan; si no es así, nuestros oídos son y serán sordos.

Réstanos, finalmente, dirijir nuestro saludo a la prensa Argentina y Americana, así como tambien á todos los redactores de publicaciones análogas, ofrecer nuestras columnas a los que deseen (sin cumplimiento) hacer uso de ellas con el fin que nos hemos propuesto y advertir, de paso, a nuestros lectores, que los artículos verdaderamente científicos no serán, en manera alguna, desterrados de estas páginas.

Los Directores.