Página:El Pasatiempo.djvu/18

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acciones; otras por el contrario, mil diversos sentimientos y deseos suelen ajustarse á la misma inclinacion, siendo necesario un detenido exá­men para echar de ver estos admirables contrastes que de otro modo pasan desapercibidos á los ojos de la conciencia. Si apareciese un Lineo que clasificase los apetitos é inclinaciones de la naturaleza humana, como se han clasificado los seres inorgánicos, cuanto nos sorprendería ver incluido en una misma clase con el monstruo Borgia á alguno cuyos vicios han sido sofocados por la ley y por los estrechos limites de la esfera en que la suerte lo habia colocado.

De esta manera de considerar la historia se aducen graves razones contra el método generalmente seguido de escribirla, y sospecho ha de consistir en esto el poco fruto que hasta ahora ha reportado su estudio para la mejora de las costumbres. Existe una distancia tan grande y una disparidad de sentimientos entre el vehemente estado de ánimo del héroe, y la fría disposicion del lector, que le es à este sumamente dificil, si ya no imposible, comprender la conexion de los hechos que se le presentan. Es tal el abismo que separa el sugeto històrico del lector, que destruye toda posibilidad de comparacion, todo lazo que pudiera ponerlos en contacto, y en vez de despertar en el ánimo de aquel un saludable sentimiento de terror que amonestase su soberbia; un gesto de estrañeza es todo el tributo, que paga á las páginas de la historia. Consideramos al desgraciado que juntamente en la hora del crimen y en la de espiacion era hombre como nosotros, cual una criatura de estraña naturaleza, cuya sangre circula de diferente modo, y cuya voluntad está regida por otras leyes: su suerte nos conmueve poco, porque la inquietud en semejantes casos está fundada en un oscuro presentimiento de que corremos el mismo peligro, y estamos muy lejos de soñar siquiera la proximidad en que estamos del crimen. Junto con la aplicacion que pudieramos hacernos del ejemplo se pierde su saludable infujo, y de este modo viene á ser la historia en vez de una escuela de educacion moral un miserable y pobre pasatiempo. Para conseguir su elevado fin se debe escoger necesariamente entre estas dos sendas, ó escisar al lector hasta poner su ánimo en el mismo apasionado estado que el del héroe, ó presentar á este frio y tranquilo como el lector.

Bien sé que tanto en los modernos tiempos como en la antigüedad, muchos de los mas célebres historiadores han escogido el primer camino y han seducido el corazon de sus lectores con delirantes cuadros, pero predisponer de este modo el ánimo del público que lee, es ussurparle sus derechos, es quebrantar los confines de sus atributos, porque este estilo pertenece esclusivamente al orador y al poeta. No queda pues al historiador mas camino que el último.

El héroe debe presentarse tranquilo como el lector, ó lo que es