Página:El Pasatiempo.djvu/19

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lo mismo, debemos conocerle antes de verlo obrar, hemos de estar presente á lo que pasa en su alma, paso á paso hemos de seguir, en su mente, el desarrollo de sus pensamientos y sentimientos antes de verlos reflejados en sus acciones, porque en ellos hay infinitamente mas riquezas para el que sabe aprovecharse de ellas, y aun mas todavia está reservado para el que se eleve hasta el orígen de sus inclinaciones. Se han analizado los terrenos cercanos al vesubio para descubir la causa de sus erupciones. ¿por qué se ha de tener en ménos la aparicion de un raro fenómeno moral que la de uno fisico? ¿Por qué no han de apreciarse igualmente las circunstancias y condiciones que rodean al criminal antes de inflamarse los materiales amontonados en su alma? A el visionario que aficiona lo sobrenatural le incita lo raro y estraordinario de este espectáculo: el amigo de la verdad busca una madre para este abandonado niño; la busca en la eterna estructura del alma humana, y en las variables condiciones esteriores que la modifican, y á no dudarlo, la encuentra en estos dos elementos. Ya no le sorprende ver florecer en el mismo huerto, entre salutíferas plantas, la venenosa cicuta, ni hallar durmiendo en la misma cuna á la sabiduria y la ignorancia, á la virtud y los vicios.

Sin hacer valer las indisputables ventajas que semejante modo de escribir la historia proporcionaria á las doctrinas psycológicas, y tan solo á título de que desterraria el cruel desprecio y la soberbia altanería con que erguida la virtud aun no probada mira á sus pies al caido, mereceria desde luego la preferencia, porque propagaria la divina tolerancia, sin la cual ningun fugitivo vuelve, ningun infecto ó miembro de la sociedad se salva del comun incendio, y sin la cual se hace imposible reconciliacion de la ley con el que la ha ofendido. ¿Tendria derecho el criminal, cuyas desgracias voy á contar, de reclamar este espíritu de misericordia? ó estaba sin remedio perdido para la sociedad? No quiero anticipar el fallo del lector.

De nada le aprovecha ya nuestra indulgencia, porque murió á manos del verdugo; pero la autopsia de sus vicios será una saludable lec­cion para la humanidad, y quizá un consejo para la justicia de los hombres.