Página:El Pasatiempo.djvu/41

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
—5—

terio de caloyeros, para interpretar, si posible fuera, las misteriosas inscripciones que existen aun sin descifrar, las ruinas de Tebas. Ejecutando este propósito estuvo ausente muchos años, y mientras que sus amigos lo creian descifrando geroglificos en las orillas del Nilo, algunos rumores se esparcian que daban á entender se hallaba disfrutando de las disipaciones de Paris.

Al fin, dice Nienti, volvió Hermann á su pais, y fijó su residencia en Roma, donde por algun tiempo se despojó de todas las predilecciones sociales, y se entregó con renovado afan al estudio. Se creyó que trataba de encontrar la piedra filosofal.

Las personas comunes lo miraban con temor, y hablaban de él como de un profesor del arte negro de los Egipcios; y fué observado que los familiares de la inquisicion seguian sus pasos cuando en la fresca de la tarde algunas veces daba un paseo solitario.

Si él realmente penetró en sus pesquisas mas allá de los límites de los sabios de Roma, no ha podido jamás averiguarse, y quedará para siempre en duda, pero Nienti afirma que no habia en el mundo otro hombre que mejor mereciera el nombre de filósofo, ó que le sobrepujara en sabiduria.

Habiendo cumplido treinta años, un cambio se efecluó en él tan estraordinario como el que las obras de Bacon produgeron en su juventud. Los libros fueron abandonados, los instrumentos é invenciones reunidas con tanto esmero y gasto durante sus viages, fueron despreciados, y afectando la galanteria y ligereza de un jóven se entregó á la vida libertina, semejante á la que se decia habia llevado en Paris. En esta carrera se enamoró de la princesa Aura, de la familia Babalirio, y la amó tan apasionadamente, con la misma idolatria con que antes habia amado al oculto genio de la verdad; pero ella desdrñó su pasion, se casó con el duque de Aletto, incidente que despertó toda la maldad del pecho de Hermann, y lo transformó en un ser que no encuentra parangon en todas las historias de los delitos humanos; porque puso en juego aun el infame uso de sus conocimientus, que su tutor observó, jamas se escrupulizaba de observar aun en los asuntos en que menos lo necesitara. Poco despues del casamiento se le oyó decir, con referencia al enlace, y á la suerte creciente del duque,—«que si fuera ofensa que requiriese reparacion, por ningun estilo recurriria á la copa ó al puñal. Los que tratan de satisfacer su venganza con la muerte de sus enemigos, se asemejan á las aves de rapiña, ó á serpientes venenosas;—el hombre es un ser intelectual, y sus dientes, su talento, su aguijon, su fuerza se haallan en las facultades de su mente.»

Por algun tiempo despues de los desposorios se retiró de tal suerte de la sociedad, que se creyó habia por completo abandonado el