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EL ROBINSON SUIZO.

para contenerla. Todo el hueco del tronco estaba atestado de panales que fuí desprendiendo con precaucion y depositando en calabazas que me traian los niños.

Cuando quedaron fuera los habitantes de la higuera, á quienes se dejaron los panales superiores que aun estaban en fabricacion, y algunos llenos, para que las abejas se acostumbrasen á la nueva morada, se recogió el resto, que con lo anteriormente extraido, bastó para llenar un gran tonel de miel, quedando todavía para el consumo del momento. Tapóse el casco muy bien con tablas y lienzos para que las abejas atraidas por el olor no acudiesen; y para impedirlas que volviesen al antiguo nido, eché bastante tabaco encendido dentro, tapando las aberturas, excepto la superior, por donde comenzó á salirse el humo, lo cual me probó que aquella secular higuera, á semejanza del sáuce de Europa, estaba hueca por dentro sosteniéndola únicamente la corteza, bien gruesa por cierto. Logré mi deseo. Cuando las abejas se encontraron en estado de volar y quisieron ir á su palacio antiguo, el mal olor las despidió de allí, y ántes de anochecer, despues de muchas idas y venidas se acomodaron en la nueva residencia. El órden y la paz volvió á reinar en aquella sabia república.

Invertido el dia en tan diversas ocupaciones, se dejó para el siguiente la separacion de la miel y la cera. Vaciado el tonel en una gran caldera con un poco de agua, se puso á fuego lento. Cuando se hubo derritido se coló por un saco, que estrujábamos, y despues se volvió al tonel que estuvo destilando todo el dia. Al anochecer la cera se habia solidificado, y flotaba formando un grueso disco, quedando debajo la miel tan pura como el mejor almíbar. Trasladada á un tonel á propósito, se puso al fresco en un hoyo, y la cera se derritió en seguida para hacer otras bujías más duras y de mejor luz que las que nos sirvieran hasta entónces.

Durante esta larga operacion fuímos disponiendo los materiales para la obra magna de la escalera; á eso de media noche todos los trabajos pendientes quedaron terminados, y pudímos entregarnos al sueño hasta el amanecer del otro dia.