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CAPÍTULO XLI.

sacarla salió un enjambre de animales parecidos á estos, que en ménos que se dice desaparecieron como el anterior, guareciéndose en lo más espeso del arrozal. Knips corrió tras ellos como un desesperado, pero no pudo atrapar ninguno. Entónces se me ocurrió una buena idea. Vacié el saco en el que iba echando las espigas que recogia, y como si fuera una manga, lo coloqué tapando la abertura de uno de esos pequeños edificios abovedados; y dando palos de firme encima, causé tal espanto en sus moradores, que les obligué á refugiarse en el saco que até al punto con ánimo de matarlos despues. Pero cuando me disponia á ejecutarlo, de otros agujeros salió tal ejército de ratas que me arrolló, en términos que no bastaron las voces ni el palo, y no sé qué hubiese sido de mí si Bill no acudiera á auxiliarme. La perra se las compuso tan bien y se dió tan buena maña, que hizo en ellas una buena carnicería, y cooperando yo por mi parte, víme libre de sus embestidas. Las víctimas que V. ve las han hecho el palo y los dientes de Bill. El resto de la tropa se ha ocultado en sus escondrijos.

La relacion de Ernesto dispertó mi curiosidad y reconociendo aquellas huroneras, con asombro encontré trabajos semejantes á los de los castores, aunque en menor escala. Con este motivo hice notar á mi hijo la conformidad que existia entre las ratas que acababa de matar y el castor de las latitudes septentrionales, pues ambas especies tienen su membrana en las extremidades para facilitar la natacion; la cola en forma de espátula, y dos bolsitas llenas de almizcle; y así por esta semejanza se las apellida ratas-castores. Tambien las llaman ondatras, siendo este quizá el nombre que llevan en la América del Norte, su patria. Las ratas nos proporcionaron excelentes pieles [1]. Suscitóse, como era natural, la cuestion acerca del destino que se las daria, y quedó resuelto que se hiciera una alfombra para preservar los piés de la humedad durante la estacion de las lluvias, sin perjuicio de ver si más adelante nos atrevíamos á ensayar la fabricacion de sombreros.

Al desollar las ratas, operacion que hubo de hacerse incontinenti, se cuidó mucho de limpiar y lavar esmeradamente con arena y agua del mar las pieles, poniéndolas luego á secar al aire cubiertas de ceniza, segun nuestra costumbre. Las dos vejiguillas de almizcle que les encontrámos dieron pié á varias preguntas de los niños sobre el modo de recoger este aroma tan buscado y del que los europeos hacen particular aprecio. Les indiqué los otros animales que disfrutaban de igual privilegio, así como les instruí de los procedimientos que se usan

  1. El ondatra pertenece á la familia de las ratas nadadoras. La que aquí se cita es la almizclada. Tiene el pelo lustroso y suave, con un vello muy espeso debajo del primer pelo como el castor, con el cual tiene muchos puntos de contacto, tanto que varias veces han sido confundidos. Al igual de los castores, los ondatras viven en sociedad durante el invierno, en cabañas como ellos. Su olor de almizcle es tan fuerte, que llega á ser intolerable y desagrada tanto á los salvajes, que á un rio del Canadá le han llamado hediondo sólo porque en sus riberas habita gran número de estas ratas. (Nota del Trad.)