Página:El Robinson suizo (1864).pdf/57

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
48
EL ROBINSON SUIZO.

hacian arrastrar sus trineos, dí la cuestion por resuelta, y atando una cuerda á los cuernos de la vaca y otra por bajo del cuello del borrico y sujetando con ambas la extremidad de las vigas, salió tan bien el expediente, que los animales uno tras otro fuéron arrastrando todos los maderos hasta el sitio mismo designado por el pequeño ingeniero para colocar el puente.

Medida que fue la anchura del arroyo por medio de un cordel, resultaron diez y ocho piés; las vigas por lo tanto debian de tener tres piés más de asiento por cada parte, y así fue preciso elegir entre aquellas las que al ménos tuviesen veinte y cuatro. Faltaba saber cómo nos habíamos de componer para trasladar por cima de las escarpadas orillas del arroyo esos maderos tan enormes y pesados. Esto nos dió mucho que discurrir, y no hallando solucion al negocio, y oyendo la voz de mi esposa que nos llamaba á comer, la discusion quedó aplazada, y nos acercámos á la cocina donde nos aguardaba un exquisito arroz con leche y un soberbio plato de cangrejos, que decian comedme; pero ántes de sentarnos á la mesa, que era el santo suelo, mostróme mi esposa el resultado de la tarea en que ocupara la mañana, la cual consistia en dos pares de alforjas de lona para el asno y la vaca, que habia cosido con bramante. No pude ménos de admirar su gran paciencia, al considerar cómo se habia amañado para llevar á cabo su obra, careciendo de dedal, punzon y agujas fuertes para tan tosca costura, y sin más avíos que un clavo con el que agujereaba la tela para ir introduciendo el cordel con la mayor perseverancia. ¡Tan cierto es que en el diccionario de un ser inteligente no entra la palabra imposible!

Despachóse pronto la frugal comida, tal era la prisa que teníamos por emprender el gran negocio del puente. Miéntras comia, imaginéme haber encontrado el medio de colocar las vigas, y en el acto lo puse por obra. La operacion fue complicada, y baste decir que con varios gruesos cables, poleas convenientemente situadas en las ramas de los árboles, y la cooperacion de las bestias que se portaron admirablemente, lográmos colocar horizontalmente una viga á lo ancho del arroyo. Esto era lo más trabajoso; las demás, que llegaron á cuatro, fuéron pasando por encima de esta, y se unieron luego unas á otras con tablones colocados de traves, pero sin clavarlos á fin de poderlos levantar, á guisa de puende levadizo, é impedir el paso del arroyo si en algun tiempo tuviéramos que defendernos de algun ataque imprevisto.

La tarea de toda la tarde habia agotado nuestras fuerzas; nos retirámos á la tienda, y despues de una ligera cena y de dar como siempre gracias á Dios por los infinitos favores que nos seguia dispensando, fuímos á buscar en el lecho de musgo un descanso que tanto necesitábamos.