Esta página ha sido corregida
95
—Señora, Víctor Cano soy yo; no soy Florez; yo he escrito esa novela.
En el rostro que palideció de repente, de Cristina, se pintó un gesto de dolor y repugnancia, de desengaño insoportable; y la dama seria, noble, de alma sincera, dando algunos pasos para alejarse, dijo con voz muy triste:
—Lo siento.