Página:El Señor y lo demás son cuentos (1919).djvu/201

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aquel frasco de benedictino le había guardado su padre años y años para el día que casara su hija!... ¡No fué mala boda!" Y el último pensamiento de Caín al dormirse ya no fué para la menor de las Contenciosas ni para el benedictino de Abel, ni para el propio remordimiento. Fué para los socios viejos del Casino que le llamaban platónico; "¡él, platónico!"