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música habla de un mundo que debía existir; yo digo que nos habla de un mundo que debe de existir.

Muchas veces hacía que su hija le leyera las lucubraciones en que Wagner defendió sus sistemas, y les encontraba un sentido muy profundo que no había visto cuando, años atrás, las leía con la preocupación de crítico de estética que ama la claridad plástica y aborrece el misterio nebuloso y los tanteos místicos.

En tanto, el mal crecía, a pesar de haber disminuído el trabajo de los ojos: la desgracia temida se acercaba.

Él no quería mirar aquel abismo de la noche eterna, anticipación de los abismos de ultratumba.

"Quedarse ciego, se decía, es como ser enterrado en vida."

***

Una noche, la pasión del trabajo, la exaltación de la fantasía creadora pudo en él más que la prudencia, y a hurtadillas de su mujer y de sus hijos escribió y escribió horas y horas a la luz de un quinqué. Era el asunto de invención poética, pero de fondo religioso, metafísico; el cerebro vibraba con impulso increíble; la máquina, a todo vapor, movía las cien mil ruedas y correas de aquella fábrica misteriosa, y ya no era empresa fácil apagar los hornos, contener el vértigo de las ideas. Como tantas otras noches de sus mejores tiempos, D. Jorge se acostó... sin dejar de trabajar, trabajando para