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Peces, tortugas. — 115

vivo, aunque sensual, de una duración sin ejemplo entre los demás seres que se unen por el instinto de la propagación. Así, este huérfano prohijado por la naturaleza, se encuentra en condiciones de existencia más favorable que los otros que ha confiado a la solicitud de una madre, y dándoles armas y sagacidad. No es extraño, pues, que sea la tortuga uno de los animales más numerosos en todos los climas que le convienen; ni debe sorprendernos el cálculo que hace Humboldt del resultado de la cosecha de huevos y preparación del aceite que sacan de ellos los Indios del Orinoco, en un corto espacio de terreno y durante tres semanas.

Para obtener en nuestros ríos dentro de pocos años una cosecha tan rica, bastaría transportar una pequeña cantidad de huevos de la fecunda especie del Orinoco, puesto que para la cría de los galápagos como para la de los peces, no se necesita el concurso de las madres después de la huevación.

Conocidos son los usos medicinales de la tortuga, cuán apetitosos son los huevos y la carne de algunas especies, notablemente de la tortuga franca de mar, que suministra un alimento agradable y saludable a los navegantes. En Jamaica se conserva este quelonio en parques para ser vendido en los mercados, siendo la especie que se remite a Londres, en donde es un manjar gustado y de lujo. El caldo de tortuga tiene la fama de ser un poderoso restaurativo de las fuerzas enervadas por los excesos de la sensualidad.

Con todo, es preferida por los gastrónomos como un excelente manjar la tortuga de agua dulce, llamada trionice feroz, de algunos ríos y lagunas de la América, análoga a la trionice de Egipto que se encuentra en el Nilo y presta grandes servicios en