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Las flores olorosas, la oruga de esquife. — 169

enredadera vivácea que figuraría con ventaja entre las que decoran los más lujosos jardines formando colgaduras, festones y pabellones de espeso y perpetuo verdor. Es de larga vida, crece sin enroscarse; sus hojas son grandes, coreáceas, parecidas a las del naranjo; sus tallos fuertísimos aunque delgados se extienden desmesuradamente. De ellos han hecho siempre los montaraces, sin ninguna preparación, fuertes cordeles para asegurar el armazón de las hangadas y para sus construcciones rústicas. Las flores purpúreas de este bejuco, semejante a la arvejilla, no carecen de belleza; su aroma recuerda el sahumerio de exquisitas pastillas o pebetes; el fruto es una legumbre con hermosas habas color café, casi esféricas, muy duras.

El duraznillo fragante es un pequeño arbusto siempre verde, cuyos congéneres son muy comunes y conocidos en el país con los nombres de duraznillo negro y duraznillo blanco, gozando este último de gran crédito como planta medicinal. El que describo es, como éstos, de ramazón quebradiza; sus hojas son semejantes a las del durazno, origen de su nombre; los ramilletes de sus humildes florecitas, de un amarillo verdoso, sólo a la caída de la tarde exhalan sus efluvios odoríficos que no difieren del balsámico olor de la vainilla, sin embargo de que la planta estrujada despide un hedor nauseoso. El exquisito aroma de estas flores y la abundancia del arbusto que las produce se brindan a la industria para reemplazar la valiosa vainilla, extrayendo su esencia para el tocador, para la confitería y la economía doméstica.

También debe ser el duraznillo de fácil cultivo,