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El agarrapalo. — 203

libre competencia con otras más aventajadas, es la raza ibera, es nuestra raza. Y necesariamente ha de ceder a la conquista pacífica, operada por la superioridad científica e industrial, si no despierta de su sopor, si no se coloca al nivel intelectual de las demás por medio de la instrucción.

En medio de los actuales progresos de la ciencia y la actividad humana, no puede ser otra la suerte de los pueblos ignorante.

El peligro es inminente, permanente, y crecerá de día en día, porque crecen con espantosa rapidez las fuerzas industriales que se desenvuelven en torno de nosotros, y afectan nuestros medios de vivir y de prosperar. Reconcentremos todas nuestras fuerzas sobre nosotros mismos; levantémonos por un supremo esfuerzo. El remedio está ahí: Instrucción primaria a todos, niños y adultos.

Cultivar el corazón y la inteligencia del pueblo, enseñarle los rudimentos de la ciencia para exponer ante sus ojos los tesoros de la naturaleza y de la industria, y la importancia de sus deberes y derechos; he aquí el único remedio para tamaño mal que amenaza con la miseria a nuestros hijos, presentando a su vista a los extraños sentados sobre la herencia de nuestros padres.

Para este grande objeto deberían unirse todos los hombres de todas las condiciones, sean cuales fuesen sus ideas. De esta cuestión debe separarse toda querella de partido, de círculo, de aspiraciones. No se debe permitir que se la mezcle con las opiniones políticas. El pueblo todo debiera consagrarse a este objeto con la unidad de acción de un solo hombre.

¿Quién puede calcular el grado de progreso, de elevación, de moralidad y de engrandecimiento a