El soplo de la tormenta
Arrebató sus semillas
Y las trajo a las orillas
Que el Atlántico sustenta;
Aquí, de las maravillas
De la creación entera
Como estrellas en la esfera
Derramó la santa mano
Del único Soberano
Que en todas partes impera.
Y cuando llegó el instante
En que la grey castellana
En sus playas clavó ufana
Su enseña y la cruz triunfante;
Halló en esa flor, radiante,
Sobre su cáliz posado,
Como en un germen fecundo
El trasunto idealizado
De ese misterio sagrado,
Vida y luz del Nuevo Mundo;
De esa Religión sublime
Que igual no tiene en la tierra,
Que toda virtud encierra,
Que alivia a todo el que gime;
Que si injusto nos oprime
Encarnizado el destino,
Levanta una mano al cielo
Y con la otra en el suelo.
De la virtud el camino
Nos muestra con santo anhelo.
(A. Magariños Cervantes Brisas del Plata.)
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