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darle de comer; más viéndola inmóvil, se detuvo a contemplarla, se puso a exhalar los gritos más lastimosos, y poco tiempo después sucumbió." ¡Qué cuadro tan lleno de emociones para las almas tiernas y sensibles! Y de no menor interés para la misma filosofía que se complace en contemplar el principio y el efecto de un instinto elevado, especie de inteligencia que produce entre estas aves habitudes sociales y pacíficas en que se ve la rara unión de la fuerza y la dulzura; que da origen a tiernísimos afectos y goces en cierto modo sentimentales; y que nos ofrece perfectos ejemplos de amor y de fidelidad, sublimados hasta la abnegación y el sacrificio.

¡Ah! ¿por qué estas virtudes que harían un edén de la sociedad humana, son tan raras entre los seres infinitamente superiores por las dotes celestes de la razón y el sentimiento? Si la historia del chajá hubiera sido conocida por las antiguas musas europeas; si el númen poético del nuevo mundo hubiese bebido las inspiraciones en las mágicas fuentes de una naturaleza llena de maravillas y seducciones, ¡cuántas veces estos modelos de amor y de ternura no hubieran sido celebrados en esas encantadoras producciones de una invención brillante y un sentimiento delicado, que la sabiduría recibe de manos de la poesía, como los perfumes y las formas bellas que dan más atractivo a los frutos de la ciencia!

Domestiquemos, tengamos a nuestro lado estos preciosos seres, tan justamente denominados aves de amor, aves inseparables, para tener constantemente a nuestra vista escenas tan hermosas como propias para educar el corazón. Así podremos ver aun entre los brutos, y contemplar realizado el objeto de las primeras aspiraciones de nuestra alma, el amor