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De Leonardo de Vinci — 111

nace inmediatamente, el hombre dirige al instante hácia el dicho objeto el sentido mas necesario, que es la vista, dejando los pies en el mismo lugar que ocupaban, y solo mueve los muslos, que siguen á las caderas y las rodillas hácia aquella parte adonde volvió los ojos, y de este modo en semejante accidente se puede discurrir mucho.


§ CCXLVIII.

De los movimientos comunes.

Tan varios son los movimientos del hombre, como las cosas qne pasan por su imaginación, y cada accidente de por sí mueve con mas ó menos vehemencia al hombre, según su grado de vigor y según la edad; pues de distinto modo se moverá en iguales circunstancias un jóven que un anciano.


§ CCXLIX.

Del movimiento de los animales.

Todo animal de dos pies, al tiempo de andar, baja la parte del cuerpo que insiste sobre el pie que tiene levantado, respecto á la que insiste sobre el otro que estriba en tierra. Al contrario sucede en la parte superior, como acaece en las caderas y en los hombros de un hombre cuando anda, y lo mismo en los pájaros en cuanto á la cabeza y ancas.


§ CCL.

Cada miembro ha de ser proporcionado al todo del cuerpo.

Téngase cuidado en que haya en todas las partes proporción con su todo, como cuando se pinta un hombre bajo y grueso, que igualmente ha de ser lo mismo en todos sus miembros: esto es, que ha de tener los brazos cortos y