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202 — Tratado de la Pintura

Otros rayos, ó recibidos ó procedentes de toda la cara de la superficie, hacen su oficio dentro de aquella pirámide, de que hablaremos mas abajo: estos reciben en sí los mismos colores y luces que tiene la superficie, y por esto los llamamos rayos intermedios. Lámina II. Todo el cuadro es una sola superficie; pero estando dentro inscrito un octágono, se figuran los rayos intermedios, que van desde el ojo á los puntos de los ángulos de la figura.

Entre los rayos hay también uno que siendo en todo semejante á la línea que llamamos céntrica, se puede igualmente llamar céntrico ó del centro; porque insiste en la superficie; de modo que por todas partes engendra en torno de él ángulos iguales.

Esto supuesto, tenemos ya rayos de tres especies, extremos, intermedios y céntricos. Ahora averiguaremos el efecto que hace en la vista cualquiera de ellos, tratando primero de los extremos, luego de los intermedios, y por último de los céntricos. Los rayos extremos comprenden la cuantidad. Cuantidad es el espacio que se halla entre dos puntos separados del dintorno que hay en la superficie, cuyo espacio lo comprende la vista con estos rayos extremos, como si fueran un compás; y en una superficie hay tantas cuantidades, cuantos son los puntos separados en un dintorno, uno en frente del otro. Nosotros con el auxilio de nuestra vista conocemos la longitud, mediante su altura ó su profundidad; la anchura mediante los lados; el grueso mediante la parte cercana ó la remota; y en fin todas las demás dimensiones, sean las que sean, las comprendemos con estos rayos extremos. Por esto se suele decir que la visión se hace por medio de un triángulo, cuya base es la cuantidad que se ve, y los lados son los mismos rayos que salen de los puntos de la dicha cuantidad y van