Página:El Tratado de la Pintura.djvu/339

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de Leon Bautista Alberti — 223

naturaleza y origen, figuró los Dioses con rostro semejante al suyo. ¿Y quién ignora que la Pintura ha obtenido siempre el lugar mas honorífico, ya en las cosas públicas, ya en las privadas, ya en las religiosas y ya en las profanas? Tanto que no se hallará entre los hombres ningún artificio que merezca igual atención y estima. Son increibles los precios con que pagaban antiguamente las tablas pintadas. Arístides Tebano vendió una sola pintura en cien talentos, que son sesenta mil florines (D). Dice también la historia que á la tabla de Protógenes debió Rodas el que Demetrio no la abrasase, por no exponerse á que fuese pábulo de las llamas una obra como aquella: de modo que se puede decir que Rodas se rescató por un cuadro. Otras muchas cosas á este tenor se cuentan que acreditan lo mucho que se ha honrado y elogiado á los célebres Pintores en todas parles, puesto que los Ciudadanos mas nobles y esclarecidos, los Filósofos y los mismos Reyes cifraban su mayor complacencia en las pinturas, y aun se aplicaban á pintar. En Roma fueron Pintores Lucio Manilio, Caballero Romano, y Fabio, que era de los mas distinguidos. Turpilio, Caballero Romano, igualmente ejerció la Pintura en Verona. Pacubio, Poeta trágico, nieto del Poeta Enio por parte de madre, pintó en la plaza de Hércules. Sócrates, Platón, Metródoro y Pirro, Filósofos todos, fueron muy instruidos en el arte de la Pintura. Nerón, Valentiniano y Alejandro Severo, Emperadores, fueron en extremo aficionados á ella; y sería imposible referir los muchos Príncipes y Reyes que tuvieron la misma inclinación. Tampoco es del caso poner aqui la infinita serie de Pintores antiguos, cuyo número se puede calcular por este hecho, y es, que en poco mas de un año se hicieron bajo la dirección de Demetrio Valerio, hijo de Fanóstrato, trescientas y sesenta