Página:El Tratado de la Pintura.djvu/363

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de Leon Bautista Alberti — 247

estudio en conocer que partes van tocadas de luz, y cuáles de sombra. Esto se aprende por el mismo natural; y luego que se tiene un perfecto conocimiento de ello, se aclarará el color en su correspondiente sitio con blanco, lo menos que se pueda, y en la parte opuesta se le rebajará con negro siempre parcamente. De este modo, con este contrapeso, digámoslo asi, del blanco y el negro aparecen las cosas con mayor relieve. Después se irán apretando estas plazas oscuras poco á poco, hasta que se consiga el efecto que se busca; para lo cual no hay juez como el espejo, en donde mirada una pintura bien hecha, adquiere otra tanta mas gracia; y al contrario si está defectuosa, lo parece mucho mas en él. Enmiéndense, pues, con el espejo las cosas copiadas del natural, y permítaseme apuntar aqui algunas que yo he observado. He visto por la experiencia que toda superficie plana conserva únicamente por todas partes su color; pero las cóncavas y convexas lo varían, pues por un lado son claras, y por otro oscuras. Esta alteración de color en una superficie que no es plana aturde mucho á un Pintor perezoso; pero como haya apuntado con exactitud, según se dijo, la masa de la luz y de la sombra, no tendrá dificultad al tiempo de dar el colorido, pues lo que hará será mezclar blanco ó negro en aquella superficie señalada sin pasar de la división, con lo cual tendrá la primera mancha. Después seguirá apretando mas el oscuro, y aclarando el claro, y deshaciendo cuidadosamente el uno con el otro en la división; de modo que se interne el primero en el segundo como si fuese humo, sin que haya nada de recortado. Téngase presente que nunca se ha de hacer una superficie blanca enteramente; aun al pintar una vestidura blanca no se ha de usar el color blanco puro, pues en la Pintura solo el blanco puro es con lo que puede el Pintor