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gunas partidas de ajedrez con el gran Federico, con Eugenio Beauharnais y con otros. Parece que lo compró Federico, mas en 1783 y 1819 fué el asombro de los inteligentes en Francia, Inglaterra y Estados-Unidos, dirigido la primera vez por su autor, y la segunda por el nuevo dueño Maelzel. El secreto de este singular autómata fué desconocido por mucho tiempo, pero se descubrió al cabo lo que no podia menos de suceder, esto es, la existencia de un jugador dentro de la máquina: lo comun es pensar que fuese un hombre el que jugaba desde dentro; pero Dutens negó que cupiera y, por otra parte, el folleto Le joueur d'echecs trompé aseguró que era un niño[1], cosa que no contradijo Kempelen. Supuesta la evidente intervencion de un verdadero jugador, restaba esplicar cómo sabia las jugadas contrarias y cómo ejecutaba ó hacia ejecutar materialmente las suyas. Mas, lo primero, se conseguia por estar numerado el tablero interior y esteriormente, é imantadas las piezas de suerte que moviesen unas pequeñas válvulas de acero; y lo segundo, dirigiendo el jugador con un manubrio el brazo del autómata, cuyos dedos se movian por un resorte elástico, ó bien mudando el autómata las piezas (segun Devemps) por ser su brazo y la palanca interior que le movia, una pentágrafa cuyas estremidades recorrian, la una, el tablero interior y la otra el este-

  1. Roberto Willis probó que cabia un hombre.