ñan,pues, jugados bien, ó han hecho gran daño en el contrario al perderse, ó se conservan en bastante número hácia la conclusion, siendo entonces la esperanza del juego. Por todo esto es por lo que ha podido decir Philidor que los peones son el alma de la partida.
Entremos ahora en los axiomas que deben tenerse presentes con respecto á ellos.
Son ocho para cada jugador, se colocan delante de las piezas, toman nombre de ellas, marchan un paso hácia adelante, toman al biés á cualquier peon ó pieza, y llegados á la base contraria, se convierten en dama ú otra pieza.
Los peones de rey, reina y alfiles se llaman del centro, los de caballos y torres, de las alas.
Los peones del centro son superiores en el ataque y defensa, y tan importantes, que constituyen la fuerza del juego: los de las alas tienen mas proba bilidad de llegar á dama y deben sostenerse como los del centro.
El peon de rey, sostenido por el de reina, es el mejor, y no debe cambiarse por el del alfil real contrario: ambos peones deben sostenerse por los de los alfiles, para que estos les sucedan en caso de pérdida.
No se debe tomar con el peon real, sino dejar que le tomen, para que le reemplace el que le apoye ó bien se adelante el atacado: tampoco no se tome con el de dama el del alfil, de la dama contraria, ni se