Ya en el campo de Marte sanguinoso
le hará ver que en España,
para vengar la afrenta
de Dios, del rey y de la patria santa,
cada hombre es un soldado,
y que cada soldado es un Pelayo,
cada pecho un broquel cada arma un rayo.
Dios santo y poderoso,
brazo virtud y gloria en la pelea,
tú que tocas el monte y luego humea,
tú que miras la tierra y se estremece,
toca y mira ese pueblo que en su gloria,
sin referirla a ti, se ensobervece.
Tú ó Dios, que á los humildes y á los mansos,
la posesion has dado de la tierra,
ay! no permitas que el varon de sangre
tu nación extermine,
ni que en la tierra toda desolada,
cubierto de cadáveres domine.
Antes tú, que quisiste
para santificar la justa guerra,
el Dios de los exércitos llamarte,
y en tu pueblo caudillos elegiste,
y su defensa y su victoria fuiste,
nuestro brazo conforta, y con tu aliento,
qual huracán violento
turba las huestes del perjuro bando
que las sagradas leyes quebrantando
de amor y de amistad y santa alianza,
á guerra nos provocan y á venganza.
Y tú, mi Musa, en tanto
que el mundo tiemble de furor y espanto,
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