vió entrar Madrid vuestro monarca fiero.
Imitad, si podeis, tan grande hazaña.
Este es honor; y si quereis vengaros,
volvednos nuestros reyes
y venid á quitarlos en campaña.
Los siglos pasan nuestra, gloria dura:
quando á cubriros de un baldon eterno
la fiel posteridad ya se apresura.
¡O Musa, tu que viste
el furor de la mar estrepitosa,
y los vientos horrísonos oiste,
y el fracaso espantoso de las olas,
tú sola pintar puedes
el ardor de las armas españolas,
la ira y zelo con que por todas partes
va y corre la nacion precipitada
guerra clamando; y á la voz de guerra,
como brota la tierra
y las montañas brotan gente armada
á la guerra y venganza aparejada!
Guerra, venganza... Oh ¡quanto á su deseo
ya tarda en coronarse el Pirineo
de las pérfidas huestes enemigas!
Nunca el indio salvage ni el viagero,
la senda en noche lóbrega perdida,
tanto del sol ansiaron la salida,
como impaciente el español espera
mirar la luz primera
que le reflexe el enemigo acero.
¡O que sed tan violenta
de tu sangre le abraza y atormenta...!
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