vivir tan retirada del pueblo, en esta soledad? Porque el viejo poco ha de servir para compaña...
—¡Así es, el pobre ya está muy viejo... Y aunque yo tengo una escopeta, y soy capaz de usarla, á veces me da miedo... Por eso pensaba tomar alguno para que me acompañara y me ayudara á despachar... ¡pero, qué quiere!...
Al decir esto, me miró muy seria, muy atenta, y después se quedó callada.
—¿Y por qué no lo ha hecho?—le pregunté por fin.
—¡Eh! ¡por qué! por qué... Porque los que querían conchabarse no me convenían... y como no puedo pagar más que quince pesos al mes... Por ese sueldo hoy no se acomodan nada más que los que no sirven, aunque se les dé la casa y la comida...
Yo, entonces, medio serio, medio riéndome, le dije: