una fecha en lo alto.—¡Oh! Poole—exclamó el abogado—estaba vivo aquí hoy mismo; no puede haber arreglado todo eso tan rápidamente; ¡debe estar vivo, debe haber huído! Pero ¿por qué haber huído? ¿Y cómo? En este caso ¿podemos exponernos á declarar el suicidio? ¡Oh! hay que pensar mucho en todo eso, pues preveo que podríamos conducir á vuestro amo á alguna espantosa catástrofe.
—¿Por qué no leéis lo demás?—preguntó Poole.
—Porque temo—repuso el abogado con tono solemne—¡quiera Dios que no tenga ningún motivo para temer!—y hablando así, acercó el papel á sus ojos y leyó lo siguiente:
"Querido Utterson: cuando estas líneas caigan en vuestras manos, habré desaparecido; en qué circunstancias, no tengo la presciencia requerida para preverlo, pero mi instinto y todas las condiciones de mi indefinible vida me dicen que mi fin es se-