guro y debe estar próximo. Id, pues, y leed primero la relación que Lanyón me ha avisado haber dejado en vuestro poder, y si queréis saber más todavía, leed después la confesión de vuestro indigno y desgraciado amigo Enrique Jekyll."
—¿Hay otro sobre?—preguntó Utterson.
— Aquí está, señor—dijo Poole entregándole un paquete cerrado con varios sellos.
El abogado lo guardó en uno de sus bolsillos.—No hablaré de este paquete—añadió.—Si vuestro amo ha huído ó ha muerto, podemos á lo menos salvar su honor. Son las diez; debo volver á mi casa y leer con calma esos documentos; pero volveré antes de las doce, para enviar á buscar á la policía.
Salieron, cerrando tras sí la puerta del laboratorio, y Utterson, dejando de nuevo á los criados reunidos alrededor del fuego en la antesala, regresó tranquilamente á su despacho para leer los dos documentos, en los cuales va á descorrerse el velo de este misterio.