en la posada, eché una mirada á mi alrededor con aire tan terrible, que temblaron las personas allí presentes; mientras estuve á su vista, no se miraron entre sí, recibieron obsequiosas mis órdenes, me condujeron á un cuarto y me llevaron recado de escribir. Hyde en peligro de perder la vida, era un ser desconocido hasta para mí, pues conmovido por una cólera desenfrenada, estaba suficientemente excitado para cometer otro asesinato, deseoso de hacer sufrir á sus semejantes. Pero fué, sin embargo, hábil, y contuvo sus accesos de furor, con grandes esfuerzos de voluntad; arregló las dos importantes cartas, una para Lanyón, y otra para Poole y pudo convencerse de que habían sido realmente llevadas al correo, pues dio orden para que las certificasen.
Luego permaneció todo el día sentado junto al fuego en su cuarto, comiéndose las uñas; más tarde le sirvieron la comida allí mismo, sin más compañía que sus temores; el criado temblaba bajo el ascendiente de sus miradas, y así que fué entrada