que es un excelente compañero—no tenéis necesidad de fruncir el entrecejo—sí, un excelente compañero, y cada día deseo verlo más á menudo; pero, á pesar de todo es un intratable pedante; un pedante declamador é ignorante. Nunca me ha contrariado tanto un hombre como Lanyón, ni me he equivocado con otro, como con él.
—Ya sabéis que jamás he aprobado vuestro testamento—dijo el Sr. Utterson, volviendo al tema de su conversación.
—¿Mi testamento? Sí, ciertamente; lo conozco—añadió el doctor algo contrariado—ya me habíais hablado de eso.
—Pues bien, os lo vuelvo á decir—continuó el jurisconsulto—he sabido algo respecto del tal Hyde.
La ancha y hermosa cara del Doctor Jekyll palideció, y un círculo negruzco se dibujó alrededor de sus ojos.
—No deseo oír nada más—exclamó;—pensaba que no volveríamos á hablar de esa cuestión, según lo teníamos convenido.