Utterson reflexionó durante algunos instantes; le sorprendía el egoísmo de su amigo, y sin embargo, quedó en cierto modo tranquilo.
—Pues bien—dijo—dejadme ver la carta. La carta estaba escrita con una letra extraña, casi perpendicular, y firmada:
"Eduardo Hyde." Decía, en términos breves, que su bienhechor, el Doctor Jekyll, á quien desde tanto tiempo había recompensado tan indignamente las mil generosidades de él recibidas, no tenía que afligirse ni alarmarse en cuanto á su salvación, pues, para escapar, poseía medios en los cuales tenía absoluta confianza.
La carta agradó bastante al abogado, porque parecía dar un color más favorable á la amistad que existía entre Hyde y Jekyll; y se censuró interiormente por algunas sospechas que había llegado á concebir.
—¿Tenéis el sobre?—le preguntó.
—Lo he quemado—repuso Jekyll—antes de reflexionar en lo que podía contener;