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El cerco de pitas

éxito del baile de la niña albar y glorían nuestra recogida fruición de espiritualidad y encantamiento.

Las pupilas de Haydée, llenas de la vaguedad nostálgica de los lejanos paisajes marinos, han dejado fija su mirada en un punto que no ve, pues es mirada que se cierne en lo ideal del alma. Así, sonríe purísima Haydée, toda suspensa en la dicha que nos absorbe, y que ella siente intensificada, sensibilísima como es. Y yo, colmado de su angélica sublimidad, inclínome a ella; van a sus manos nuevamente mis labios, y las beso, y me estremezco, sumiso, y se humedecen mis ojos en la delicia de la inefable emoción.