LA MUJERCITA SUPER
CA
ARO Edmundo: ¡Un mes que no te escribo!me dices. Lo sé, lo sé. Pero tienes que enterarte de la causa; pues hay una causa, una sorprendente causa, tocante a lo de la rubia, mi tormento del tranvía.
Te manifesté ya que la susodicha es regordeta, y que sus carnes torneadas tienen curvas de ánfora. Ahora te agrego que es además exquisita, quiero creerlo así, debido a que sus modales parecen corresponder a un alma distinguida.
Tú objetarás que esta casi afirmación contradice suposiciones que te comunicaba en mi carta anterior. Si, las contradice; mejor dicho, las destruye, porque eran simples sospechas, más bien malielas. Yo daba en pensar a recuerdas? que esa señorita, desde que leia trasnochadas novelas románticas, era destornillada y vulgar. Pues ni lo uno ni lo otro. Los hechos me han obsequiado con un desmentido estupendo. Verás.
En uno de esos viajes que a diario hacemos en