como lo tiene, el Soberano ya no es Soberano ni aun en lo temporal: los Curas son entonces los verdaderos árbitros, y los Reyes sus Oficiales. Ahora, que no hay ni puede haber Religion Nacional exclusiva, se deben tolerar todas las que toleran las otras, con tal que sus dogmas no tengan cosas contrarias á los deberes da Ciudadano. Pero el que se atreva á decir fuera de la Iglesia no hay salud, debe ser hechado del Estado, á no ser que el Estado sea la Iglesia, y el Príncipe sea el Pontífice. Semejante dogma no es bueno sino en un Gobierno Theocrático donde qualquier otro es pernicioso. La razon por que se dice que Enrique IV abrazó la Religión Romana, la debia hacer dexar á todo hombre de bien, y principalmente á un Príncipe que supiera raciocinar.
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