tiene de comun con el imperio humano por que el que manda á los hombres, no debe mandar á las leyes, y el que manda las leyes, tampoco debe mandar á los hombres, pues de lo contrario sus leyes, siervas de sus pasiones no harian otra cosa que perpetuar sus injusticias, y ni él podría evitar que sus miras particulares dexaran de alterar la santidad de su obra.
Quando Licurgo dio leyes á su Patria, comenzó abdicando el Reyno: la costumbre de la mayor parte de las Ciudades Griegas era confiar á los Extrangeros el establecimiento de las suyas. Las Repúblicas modernas de Italia imitáron este uso, y de la Ginebra haciendo lo mismo, se halla hoy bien[1]. Roma en su bella edad vio renacer en su seno todos los crímines de la tiranía, y se vio expuesta á perecer por haber reunido en unas mismas Cabezas el poder legislativo y el poder Soberano. Sin embargo los Decémviros
- ↑ Los que solo consideran á Calvino como Theólogo, conocen mal su vasto ingenio. La redaccion de nuestros juiciosos edictos en que tuvo mucha parte, le honra tanto como su institucion. Qualquier revolucion que el tiempo ocasione en nuestro culto, miéntras el amor de la Patria y de la libertad no se extinga enteramente entre nosotros, siempre se colmará de bendiciones la memoria de este grande hombre.