calidad de hombre, á los derechos de la humanidad y á sus mismos deberes. No hay indemnizacion posible para el que renuncia á todo. Semejante renuncia es incompatible con la naturaleza del hombre; y quitar toda clase de libertad á su voluntad, es quitar toda moralidad á sus acciones. Por último es una convencion vana y contradictoria la que consiste en estipular por una parte una autoridad absoluta, y por la otra una obediencia sin limites. ¿No es evidente que á nada se está obligado con respecto á aquel de quien puede exigirse todo? Y esta sola condicion sin equivalente, sin cambio, ¿no lleva consigo la nulidad del acto? Por qué, que derecho tendrá contra mí un esclavo mio, siendo asi que todo lo que tiene me pertenece, y que siendo mio su derecho, este derecho mio contra mí mismo es una palabra que carece de sentido?
Grocio y los demas deducen de la guerra otro orígen del pretendido derecho de esclavitud. Segun ellos, teniendo el vencedor el derecho de matar al vencido, puede este rescatar su vida á costa de su libertad; convencion tanto mas legítima cuanto se convierte en utilidad de ambos.
Pero es evidente que este pretendido derecho de matar al vencido de ningun modo proviene del estado de guerra. Por cuanto los hombres, viviendo en su primitiva independencia, no tienen entre sí una relacion bastante continua para constituir ni el estado de paz, ni el estado de guerra; por la misma ra-