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bros, y mas adelante veremos que tampoco puede dañar á nadie en particular. El soberano, en el mero hecho de ecsistir, es siempre todo lo que debe ser.

Mas no puede decirse lo mismo de los súbditos con respecto al soberano, á quien, no obstante el interés comun, nadie responderia de los empeños contraidos por aquellos, sino encontrase los medios de estar seguro de su fidelidad.

En efecto, puede cada individuo, como hombre, tener una voluntad particular contraria ó diferente de la voluntad general que como ciudadano tiene; su interés particular puede hablarle muy al revés del interés comun; su existencia aislada y naturalmente independiente puede hacerle mirar lo que debe á la causa pública como una contribucion gratuita, cuya pérdida seria menos perjudicial á los demas de lo que le es onerosa su prestacion; y considerando la persona moral que constituye el estado como un ente de razon, por lo mismo que no es un hombre, disfrutaria asi de los derechos de ciudadano sin cumplir con los deberes de súbdito; injusticia, que sí progresase, causaria la ruina del cuerpo político.

A fin pues de que el pacto social no sea un formulario inútil, encierra tacitamente la obligacion, única que puede dar fuerza á las demas, de que al que reuse obedecer á la voluntad general, se le obligará á ello por todo el cuerpo: lo que no significa nada mas sino que se le obligará á ser libre; pues esta