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Habla!

—No hay nada que hablar.

¿Qué es lo que has oído por el mundo?

—No he oído nada.

—¿Qué es lo que has visto?

—No he visto nada.

Callaron un instante. Luego el pope dijo:

—Os he traído uno.

—¿De Chalgan?

—Sí, de Chalgan.

—Entonces, hay que preparar la gran balanza.

Salió por una de las puertas para disponer lo necesario.

. Makar se encaró con el pope, preguntándole para qué hacían falta balanzas, y especialmente grandes balanzas.

El otro, un poco confuso, respondió:

—Es que hay que pesar el bien y el mal que hayas hecho en tu vida. En todos los hombres, el bien y el mal se encuentran, relativamente, equilibrados; pero los habitantes de Chalgan tienen tantos pecados, que el gran Toyon mandó hacer para ellos otras balanzas, con un platillo especial para los pecados.

Makar se puso serio, y su alma se atemorizó.

Los criados trajeron una gran balanza. Uno de los platillos era pequeño y de oro; el otro, inmenso y de madera. En este último se abrió de repente un gran agujero negro.

Makar se acercó y examinó minuciosamente la balanza. Tenía miedo de que le engañaran en el

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