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un sueño vago; pero cuando el bosque comienza a agitarse, mi memoria se hace más clara... ¿Quieres que te la cuente?

—Sí, sí, abuelo! ¡Con mucho gusto!

—Pues bien, sea. Escucha...

II

Teng que decirte que mis padres murieron cuando yo era todavía muy niño. Me dejaron completamente solo en este vasto mundo. ¡Triste situación! Nuestro Municipio no sabía qué hacer de mí. El señor tampoco lo sabía. Pues bien, precisamente en aquel momento vino del bosque a la aldea el guardabosque Román, y dijo a los del Concejo:

—Dame al chico. Yo le daré de comer. Me aburro allí solo, en el bosque.

Nuestros convecinos se pusieron muy contentos.

—Tómale!—le dijeron.

Y me llevó a su casa. Desde entonces he vivido siempre en el bosque.

Román fué quien me educó. Era un hombre terrible, Dios me perdone. Enorme, con ojos negros y alma también negra, había pasado toda su vida solo en el bosque. La gente decía que los osos eran como hermanos suyos, y los lobos, como sobrinos. Conocía todas las fieras y no las temía; pero huía de los hombres y ni siquiera los miraba... ¡Así era aquel Román! Cuando me miraba, yo sentía como si un gato me pasara la cola por

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