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P 159 —No va mal, gracias!—respondió el otro. Y vos, ¿cómo estáis?

Decididamente, no sabía hablar el señor. Todos los que estaban presentes se rieron.

—Bien, me alegro de que todo marche bien en tu casa—dijo sonriendo el señor. Y tu mujer, ¿dónde está?

—¿Dónde ha de estar? En casa, como es natural.

—Entonces, entremos—dijo el señor.

Y dirigiéndose a sus hombres, añadió:

— Mientras tanto, poned una alfombra sobre la hierba y preparad todo lo necesario para felicitar a los jóvenes esposos.

Y seguido de Opanas y de Román, que tenía su "schapka" en la mano, entró en la casa. Poco después entró también Bogdan, el fiel servidor del señor. No hay ya servidores semejantes; con los demás criados era extremadamente severo, pero con el señor era como un perro dócil. Sólo existía para él el señor. Me han contado que después de la muerte de sus padres Bogdan quiso casarse.

Pero el padre del señor no lo consintió e hizo de él una especie de niñera de su hijo. "Este es tu padre, tu madre y tu mujer", le dijo. "Cuídale bien". Bogdan se resignó; fué el servidor, la niñera y el mayordomo del joven señor; le enseñó a montar a caballo, a tirar con el fusil; cuando el pequeño señor fué grande, continuó sirviéndole dócilmente, como un perro. Y no te lo he de ocultar:

cuantos le rodeaban, detestaban a Bogdan y le