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..maldecían, porque hacía mucho daño a los pobres.

Por dar gusto a su señor hubiera sido capaz de matar a su propio padre.

Pues bien, yo entré también en la casa; ¡era yo tan curioso! El señor se atusaba el bigote y sonreía con aire de satisfacción. Román estaba a su lado, con el "schapka” en la mano. Opanas, apoyado en la pared, estaba sombrío y pensativo, como un roble joven bajo la tempestad.

Los tres miraban a Oxana. Sólo el viejo Bogdan, sentado en un rincón, esperaba las órdenes de su señor. Oxana estaba de pie, junto a la estufa, con los ojos bajos, muy encarnada. Se diría que la pobre tenía el presentimiento de que iba a suceder alguna desgracia a causa de ella. Siempre pasa lo mismo: cuando tres hombres se interesan por una mujer, no puede resultar nada bueno.

Tiene que acabar fatalmente en riña. Eso lo sé yo porque he visto muchas cosas...

—Bien, Komán, ¿estás contento de la mujer que te di?—preguntó el señor.

—Sí; no tengo de qué quejarme.

Opanas miró a Oxana y dijo muy bajo:

—Es demasiado bruto para apreciar a una mujer como ésta!

Román lo oyó, y, volviéndose a Opanas, le preguntó:

—Dígame: ¿por qué le parezco yo tan estúpido?

—¡Porque no sabes guardar a tu mujer!—respondió Opanas.