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F "Tú sabes muchas cosas, ¡oh, Ivan, mi señor!

Tú sabes muchas cosas.

Tú sabes que el gavilán es más fuerte que el cuervo.

Pero quizá no sepas que a veces ocurre todo lo contrario, señor.

Cuando el gavilán ataca el nido del cuervo y éste se defiende, es el cuervo más fuerte, ¡oh, Ivan, mi señor!" Me acuerdo de todo esto como si hubiera sido ayer: el cosaco, con su laúd, de pie, junto a un árbol; el señor, sentado sobre el tapiz, con la cabeza baja y lágrimas en los ojos; los criados, emocionados, dándose el uno al otro con el codo; el viejo Bogdan, moviendo la cabeza. El bosque se agitaba lo mismo que ahora; el laúd lanzaba sonidos melancólicos, y Opanas contaba, en su canción, cómo la mujer del señor lloraba sobre su tumba:

"La pobre mujer llora, llora lágrimas de fuego, sobre la tumba fría donde el esposo yace.

Un cuervo vuela por encima, croando sin cesar." 167 .

Pero el señor no había comprendido la canción.

Enjugó sus lágrimas y exclamó: