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"aparecido el judío. No tengo ninguna responsabilidad, y lo. mejor es no mezclarme en esa cuestión.

Yo no he visto nada, y no tengo que hacer. más que callarme. Los que hablan son los tontos. Las gentes razonables, callan. El silencio es oro.

Habiendo tranquilizado así su conciencia, se puso a reflexionar sobre las consecuencias probables de la desaparición de Iankel.

—Ahora, soy yo quien va a reemplazarle. ¡Toda la aldea es mía!

Y con estas ideas, se quedó, al fin, dormido.

"

VII

Muy temprano, cuando la hierba brillaba todavía con el rocío nocturno, el molinero se vistió y se dirigió a la aldea.

Cuando llegó, todo el mundo estaba ya en movimiento. La aldea parecía un hormiguero; todo el mundo comentaba con ardor la noticia sensacional.

—¡No lo sabe usted? El judío Iankel ha desaparecido. No ha quedado de él más que las botas.

Sólo de esto se hablaba aquella mañana en Novo—kamenka.

La viuda de Iankel, que, en lugar de su marido, había recibido un par de botas, perdió completamente la cabeza. Además, Iankel, que no esperaba que el diablo le eligiera precisamente a él, se había llevado consigo todo el dinero y todos