Página:El día del juicio (1919).djvu/82

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inteligente en extremo! La otra vez, cuando Su Señoría Diabólica se llevó al judío, le dije yo al molinero: "¿Quién venderá ahora el "vodka"?" Y él me respondió: "Qué bestia eres! ¿Crees tú que no podría yo sustituir a Iankel?” Así, pues, si usted se lleva al molinero, estoy seguro de que su plaza no quedará vacante: otro vendrá a vender "vodka"... Sí, señor diablo, así es. Y ahora, ¿sabe usted lo que le voy a decir? Estoy terriblemente cansado, y quisiera irme a acostar... Haga usted lo que usted quiera. Si usted tiene absolutamente necesidad de llevarse al molinero, cójale, me es igual; pero yo me voy a acostar, porque, ya lo ve usted..., no estoy bien del todo...., eso es...

Gavrilo se acercó con mucho trabajo a la puerta del molino, y, entrando dentro, cayó por tierra y se durmió inmediatamente. Se oían sus ronquidos formidables.

Iankel, que estaba —Parece que tienes razón en lo que concierne al molinero... Dame un traje usado cualquiera...

Te lo devolveré en seguida. Además, te lo pagaré.

Iankel, después de haber deshecho su fardo, se puso a buscar unos viejos calzones para el diablo. En este momento, detrás del río, por el camino que conducía al bosque, apareció una pareja de bueyes uncida a una carreta. Los bueyes andaban lentamente, como si tuvieran sueño; la carreta apenas hacía ruido, y en ella iba echado un campesino llamado Opanas. Iba sin chaqueta,

El diablo dijo, riendo, oculto en el matorral: